Iñaki
Gabilondo revindicaba la decencia; Olga Ramos acreditaba que
cualquier edad es buena para el mejor arrorró; Pedro Guerra
continuaba sin parecerse a nadie en su inagotable y tierna
contaminación; Vicente del Bosque lucía señorío de seleccionador
aún sin ejercer; la mamá de Lucy seguía saliendo al aparato del
mejor Palmera… y Lucas Fernández desvelaba la próxima innovación,
en forma de fundación, de su grupo empresarial.
Todo
ello, en el curso de la gala de entrega de los premios ‘Taburiente’,
de Diario
de Avisos,
en su segunda edición, en el marco de un teatro Guimerá abarrotado
para escuchar con atención, para emocionarse, para interrumpir con
aplausos una intervención y para pedir un bis. Los ‘Taburiente’,
nombre palmero con el que hacer honor a los orígenes del medio,
empiezan a ser un toque de distinción en el contexto de la
comunicación insular.
Pero
hubo más. Juan Luis Calero, en clave de humor moderada, confesó
haber recuperado la filosofía a través de la radio y socializó el
valor del galardón con quienes le ayudaron a lo largo de su vida.
Fernando Marín Menis, visiblemente nervioso, con voz entrecortada,
agradeció el primer premio que recibía fuera de la arquitectura, la
que ha convertido en un laboratorio de innovación y turismo
avanzado. No pudo asistir, y hubo que conformarse con su testimonio
en video, Alberto Vázquez Figueroa, el escritor tinerfeño que ha
vendido veinticinco millones de libros, pero también el periodista,
el cineasta y el inventor que confió a la sangre de Rial para que su
sobrina/nieta Marjorie recogiera la distinción. Y Santiago Puig, el
economista visionario que, de la mano de su padre, hizo posible el
milagro del sur insular, advirtió del error que supondría volver al
turismo de los años sesenta y pidió a los políticos que tuvieran
responsabilidad en sus actos a la hora de tomar determinaciones de
planificación.
Como
el del año pasado, el discurso de Lucas Fernández entrañaba una
noticia. Le pareció que el momento escogido para darla a conocer era
el adecuado. Primero, envió un mensaje a la sociedad canaria en el
sentido de que los premios son fruto del talento y del trabajo
colectivo. Ponderó la creatividad como “la luz que realmente
alumbra nuestro camino, la luz de esta tormenta perfecta que aún
llamamos crisis”. Después, tras apuntar que el periódico tiene ya
ciento veintiséis años, dijo que “no entendemos el compromiso a
medias”, razón por la que quiere implicar a los agentes en una
gran plataforma digital. El mensaje proseguía: “A esta realidad le
queda mucha vida por delante. Y es que la información es un bien
público que no puede ser abducido ni apadrinado por el poder
político ni por la mano que mece la cuna de los recursos públicos.”.
El presidente del grupo Plató
del Atlántico dijo
tener claro que en el futuro inmediato “la clave será la marca,
mantener y mejorar la calidad; eso hay que hacerlo desde el
pluralismo”.
Enfatizó
a la hora de referirse al próximo gran proyecto de Diario
de Avisos:
una fundación que llevará su nombre para fomentar el talento y el
emprendimiento, para estimular el quehacer individual y colectivo y
ayudar a los más desfavorecidos. Habló de “la ética de nuestras
acciones” para esmerarse en la creación de sinergias y alianzas
con otros agentes sociales y para consolidar el derecho de los
ciudadanos de estar informados. La fundación se encargará también
de gestionar los premios.
La
iniciativa es una de las estrellas
que Calero dice ver desde la calle y de las azoteas, “donde late la
vida”. El recuerdo de Pedro Guerra padre, cuando compuso “Guitarra
de mi pueblo para competir con “El hombre del tiempo”, afloró en
el momento que su hijo, “un pibe de Güímar que tocaba la guitarra
en el Puertito”, agradeció a Luis Morera (Taburiente), su maestro,
que le entregase el premio. Gabilondo recibió uno de esos aplausos
que se adivinan cálidos cuando sube al escenario y cuando
interrumpen su confesión de que “moralmente estoy empadronado
aquí”, por aquello de las circunstancias familiares. Quedaban
Aristóteles, Lledó y su madre para reivindicar la decencia: “Sin
ella, todo naufraga”. Fernando Martín Menis dejó el sello emotivo
del autor de una obra arquitectónica que ha desplegado por el mundo.
Olga Ramos sigue allí, en el olimpo de las voces canarias, mientras
Manolo y Sebastián, su padre y su tío, igual escuchan sin cansarse
los aires canarios que la “puntera” entona. A Vázquez Figueroa
le hubiera gustado estar, “por mi isla y por mi gente” pero el
video testimonial y la presencia de Marjorie compensaron. El liberal
Puig se llevó el reconocimiento de una de las transformaciones más
exitosas. Y Vicente Del Bosque -que recibió el premio de manos de
Miguel Ángel Ramírez, presidente la U.D. Las Palmas, mientras todo
el mundo se preguntaba el por qué- revalidó su condición de
humilde y tranquilo triunfador que dejó otro mensaje potente: “Hay
que tener fortaleza para relativizar todo”.
Para
él fue una de las grandes ovaciones de la noche. Y para Tomás
Pacheco, de Palmera, que después de interpretar las canciones de
idilio y de desamor, junto a Dani Pacheco, Óscar Santana y Carlos
Real, se acordó del jurado de los premios, ponderó su papel y
dedicó el suyo a las respectivas esposas del mítico grupo.
En
definitiva, una velada de reconocimientos, nostalgia, mensajes y
novedades. “Taburiente” es nombre de caldera inigualable y de
premios prestigiosos.
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