Es curioso. O acaso otro
elemento de prueba del surrealismo de la política canaria.
Mientras duró, las partes
hacían consideraciones públicas sobre las bondades del pacto entre
nacionalistas y socialistas. “Es lo mejor para Canarias”, frase que resumía el
pensamiento. De unos y otros. Se diría que hasta de terceros, incluso los menos
simpatizantes. La alianza nació con recelos, pero la fueron timoneando de
manera tal que fue sorteando aguas procelosas… menos la cascada que salpicaba
al ámbito local, allí donde los personalismos, las diferencias históricas y las
incompatibilidades hicieron insalvables los obstáculos.
El caso es que, en pleno
proceso de fractura, unos y otros insistían en el mensaje. Pero ya era difícil
soldar. Y a posteriori, surgen testimonios llamativos en el mismo sentido. El
de la consejera de Hacienda del Gobierno de Canarias, Rosa Dávila, por ejemplo,
quien ha dicho que “nunca antes un Gobierno en Canarias había conseguido tantas
cosas en tan poco tiempo”. Y detalla: “Se han logrado importantes avances en
materia de financiación de los servicios públicos esenciales, creación de
empleo e impulso a la actividad económica, incluidas las inversiones en
infraestructuras”.
La consejera se adelanta a
los socialistas a la hora de hacer valoraciones. Ya debieran estos, en medio de
la ruptura y del relajamiento navideño, hacer algo similar porque mimbres hay,
desde luego, para acreditar una estimable obra de gobierno en los departamentos
que gestionaron.
Pero, bueno, si tan ‘mejor’
era, si tantos logros y si tantos avances gestionó aquel gobierno, no se
explica muy bien que saltara hecho añicos. O sí: en la política canaria, no
sobrada de lógica ni coherencia, con sus peculiaridades, estas cosas -y las que
se avecinan- son posibles.
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