No
da para mucho más el episodio de la presentadora de televisión,
Eloísa González, mientras animaba en la Radiotelevisión Canaria la
transmisión de las campanadas de año nuevo desde San Sebastián de
la Gomera.
Pero,
bueno, algunas consideraciones para reiterar por enésima vez el uso
perverso de las redes sociales para situaciones como la ocurrida, más
próxima al montaje que otra cosa. Si se quiere hacer daño, pues con
ojos de lince, un poco de paciencia y retoques filigranescos, se
consigue. Y si no se quiere hacer, si se trataba de una broma
¿inocente?, las repercusiones saltan a la vista (sin segundas). Con
las redes no se juega: a ver qué medidas toman, si es que lo hacen,
en la que se desató el trending topic, cuyos
responsables vienen hablando de poner coto a la tendenciosidad sexual
y advertir de las noticias falsas y de los montajes.
El
caso es que si las cadenas de televisión, para captar audiencia -y
revalorizar la publicidad- en un momento estelar de la programación
anual, han de recurrir a mujeres esculturales vestidas de forma
atrevida para llamar la atención, mal camino y mal porvenir han
escogido. Es difícil acertar con ese momento que luego se acredita
que no es tan mágico (alegre, desenfadado pero no tan mágico), de
modo que entre anuncios, anticipos y exhibiciones de esta índole,
sin añadidos, la fórmula es insostenible.
Es
comprensible que se hayan molestado quienes vienen reprobando el uso
de la imagen de la mujer como objeto. Lo tienen difícil para
evitarlo, aunque tampoco es cuestión de recargar los tintes
machistas. La cosa se queda en escandalete. A fin de cuentas, si las
profesionales se prestan a lucir modelos y estilismos varios, es su
voluntad y están en su derecho.
Por
lo demás, es la misma presentadora la que puso las cosas en su sitio
quitando yerro con declaraciones sensatas y sin querer detallar más
allá de lo preciso. Eloísa es algo más que tablas.
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