El
Grupo de Ciudades Patrimonio, en en el que se encuentra San Cristóbal
de La Laguna, desarrolla una campaña de concienciación y
sensibilización orientada a fomentar el respeto y acabar con el
vandalismo. Hay unas vallas publicitarias muy llamativas en las que
puede leerse el mensaje común: “Cuando dañas el patrimonio,nos
dañas todos”. Se trata de poner en valor el conjunto patrimonial y
de estimular la necesidad de conservarlo como parte de la historia
y de la cultura. Las pintadas o los actos vandálicos en los
monumentos, la contaminación por ruidos y, sobre todo, el abandono o
la falta de protección son problemas comunes de estas ciudades; pero
también de aquellas que no siendo Patrimonio de la Humanidad, se ven
afectadas por esos males de nuestro tiempo hasta el punto de
deteriorar señas de identidad y elementos esenciales de la
personalidad urbanística.
Es
el caso del Puerto de la Cruz del que nos hemos ocupado varias veces
en este espacio y en otros foros donde se nos ha requerido. En este
mismo mandato, el pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad, a
iniciativa del Grupo Municipal Socialista, la creación de un consejo
municipal para la defensa y promoción del patrimonio histórico. Se
trataba de crear un órgano asesor que “coordine y priorice
actuaciones y al mismo tiempo articule actividades para el fomento,
promoción y difusión del patrimonio histórico del Puerto de la
Cruz y su aprovechamiento para ciudadanos y turistas”. No se conoce
muy bien la operatividad de ese consejo: ya dijimos en su momento que
ojalá no quedase en mera expresión de voluntad pues estas cosas
requieren de constancia, de seguimiento y de pragmatismo, aunque sea
lento. Porque, sobre todo, hay que extender la sensibilidad y eso, en
la sociedad de nuestros días, pese a todos los adelantos, no es nada
fácil. Al pueblo portuense siempre le costó involucrarse en tareas
como las que aquí se plantean.
Y
no faltan escenarios en los que actuar. Pero hay que actuar. Primero,
con un plan. Luego, estableciendo prioridades. A continuación, con
dotaciones presupuestarias que signifiquen la posibilidad real de
conservar, restaurar o mejorar. Y también, fomentando la implicación
de la la iniciativa privada. ¿O es que nos resignamos a que las
viejas casonas y los antiguos edificios identificativos de una época
permanezcan cerrados, se deterioren y se vengan abajo por no existir
un mínimo de conciencia colectiva?
De
ahí, el acierto del lema de esa campaña extrapolado al municipio
portuense: dañar es también abandonar, renunciar, permanecer
indolentes. Y ese daño, claro que nos afecta a todos. No puede
ocurrir que el silencio y la resignación sean la respuesta. La
concienciación es un soporte primordial para fomentar el respeto y
acabar con el vandalismo. Ya escribimos que en este contexto hay
mucho de civismo, de sensibilidad y hasta de pedagogía. Es cuando
menos paradójico que cuando desde algunos sectores se apele ahora a
ir juntos en una misma dirección, no se tengan en cuenta causas como
ésta, no solo noble sino apta para demostrar que puede haber
convergencia de criterios y de objetivos, beneficiosos para todos y
ejecutados “en la misma dirección”.
El
caso es hacer algo, evitar más daños patrimoniales, especialmente
por abandono u omisión.
Si no se reconoce el patrimonio urbano como parte de la identidad cultural la conclusión será la desaparición y el olvido.
ResponderEliminarEs necesario primero identificar ese patrimonio; después protegerlo jurídicamente para terminar dándole uso.
Conviene recordar que buena parte de ese patrimonio está en manos privadas por lo que el ayuntamiento debe obligar a los propietarios a realizar en los inmuebles las condiciones necesarias de conservación.
Un saludo