Se
reabre la polémica en torno a los medicamentos genéricos. Los
profesionales y los pacientes aguardan una mayor concreción de la
política farmacéutica para ese ámbito. ¿Hacia dónde transitan
los planes que, teóricamente, han de servir para impulsar una mayor
disponibilidad de ese tipo de medicamentos e impulsar, por
consiguiente, una más amplia disponibilidad de los mismos?
Conviene
dejar claros algunos conceptos antes de responder a esa cuestión.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es aquel que se
dispensa -y se vende- bajo la denominación del principio activo que
incorpora, siendo bioequivalente a la marca original, es decir, igual
en composición y forma farmacéutica y con la misma
biodisponibilidad que la misma. Se reconoce porque en el envase del
medicamento, en lugar de un nombre comercial (de fantasía), figura
el nombre de la sustancia de la que está hecho (llamado principio
activo), seguido del nombre del laboratorio fabricante. En nuestro
país, los medicamentos genéricos son fáciles de identificar, ya
que el nombre que figura en el envase incorpora siempre las siglas
EFG (Equivalente Farmacéutico Genérico).
La
principal ventaja de un medicamento genérico frente a un medicamento
de marca, según los expertos, es el menor coste de fabricación, ya
que el genérico no requiere inversión en investigación, desarrollo
y promoción. Además, estos medicamentos cumplen con los mismos
registros sanitarios que los medicamentos de marca y tienen la misma
eficacia sobre el organismo.
Hay
que precisar también que es responsabilidad de los médicos y de los
farmacéuticos elegir el medicamento, genérico o marca original, que
mejor se adapte a cada paciente, teniendo en cuenta las condiciones
individuales, edad, estilo de vida y otros factores. Las
prescripciones deberían ser escritas usando la denominación común
internacional (por ejemplo, paracetamol) y siempre que sea posible,
el mismo medicamento, sea un genérico o una marca original, debería
ser usado a lo largo de un tratamiento dado.
Así
las cosas, habrá que estar muy atentos a lo que ocurra en el Senado
donde la bancada socialista solicitará que los responsables del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad expliquen el
papel actual y las previsiones futuras reservadas a los genéricos.
Parten de una idea muy consecuente: la política farmacéutica en el
Sistema Nacional de Salud (SNS) debe incorporar criterios de eficacia
y eficiencia que garanticen una prestacion farmacéutica en el mismo
Sistema, capaz de producir valores de innovación y asegurar la
sostenibilidad de la sanidad pública española.
El
senador socialista José Martínez Olmos, después de señalar que el
mercado de los medicamentos genérico en nuestro país se ha
estancado en los últimos años, se mostró partidario de aumentar la
disponibilidad de estos fármacos, pues “los medicamentos genéricos
aportan eficiencia y ahorro al SNS y permiten aumentar las
posibilidades de incorporar innovaciones para avanzar en la calidad
asistencial”.
Por
lo tanto, a la espera de conocer los criterios que maneje el Gobierno
en esta materia, todo parece indicar que habrá que redefinir
objetivos y establecer una política concreta sobre los medicamentos
genéricos. Para el senador Martínez, hay que obrar así “para
hacer posible un horizonte de certidumbre de cara a la apuesta que en
esta materia deban realizar las compañías (fabricantes) que
pretendan aportar medicamentos genéricos al Sistema y contribuir así
a su sostenibilidad”.
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