Irlanda,
Irlanda Pérez, pone el alma.
-Irlanda
es la jefa.
Ahora
que quieren en el Puerto revitalizar las fiestas fundacionales -o las
patronales, ya se dijo la duda- bueno será tener a mano su ejemplo.
No porque vaya a hacer una aportación extraordinaria sino porque su
iniciativa y su tesón -la edad no pasa por ella- dan para mucho a la
hora de organizar actividades y disponer elementos lúdicos.
Irlanda
tiene a su cargo la capilla de Las Lonjas o de los Pérez, una de las
más antiguas del municipio, donde cada 3 de mayo se cumple y se
registra la tradición de conmemorar, al modo portuense, la que se
acepta como fecha en que el Puerto de la Cruz echó a andar
independizándose de La Orotava.
Irlanda
va a la Peña y convoca a los curas; reza por el padre Tirso que
desafía ante Dios las caídas que no le postran; vende lotería;
llama a las amistades para recordar que allí hay una misa a las 9 de
la mañana; busca las sillas que coloca en el callejón de Pacheco;
le encarga a Luis, su esposo, toda la instalación y los aditamentos
técnicos; garantiza que los proveedores de anturios, crisantemos,
orquídeas y demás especies florales cumplan los encargos; actualiza
la relación de familiares y personas que colaboraron en algún
momento de sus vidas y que el sacerdote leerá al principio, como si
pasara lista para comprobar que no falta nadie; encuentra y coloca
meticulosamente todas las flores que desparraman la obra de arte que
es la ornamentación de la capilla; habla con los concejales, con el
coro, con los cofrades, con los vecinos de la calle Santo Domingo (la
calle del memorable taller de su padre, Manuel, por donde desfilaron
casi todos los motores que en el Puerto precisaban atención) que
siguen acudiendo fieles a la cita; concierta con los fogueteros la
cantidad de pólvora que, en forma de traca y fuegos artificiales,
estalla en el mediodía portuense mientras ella mira al cielo y
aunque no lo revele, le agradece que no haya llovido...
-Irlanda
es la jefa.
Las
tradiciones son así: a veces dependen de una persona que mantiene la
llama encendida, se preocupa y se esmera, ocupa a todo el mundo hasta
que el cura imparte la bendición o resuena el último cohete. A
partir de ahí, lo que hace es atender a todas las personas que se
detienen ante la capilla que parece un poco sobrecargada por cierto,
de todo lo que es capaz de reunir y adornar. Y a todas explica los
pormenores, hasta los desvelos de madrugada. Como es la jefa, jamás
dice que ya está bien, que este es el último año o alguna de esas
frases parecidas para anticipar una retirada.
La
capilla la necesita, la Cruz la requiere: a partir de aquel momento,
pone en marcha una suerte de mecánica ritual. Volver a empezar.
Hasta el año que viene.
-Irlanda
es la jefa.
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