viernes, 25 de abril de 2025

¿Comienzo de algo?

 

La apreciación del papa Francisco en el prólogo de un libro que vio la luz ayer, original de Angelo Scola, con el titulo ‘Esperando un nuevo comienzo, reflexiones sobre la vejez’, nos sitúa ante una de las más serias cuestiones sobre su sucesión. “La muerte no es el final de todo sino el comienzo de algo”, escribió Bergoglio en la introducción del libro de quien había sido uno de sus adversarios en el cónclave que lo eligió papa en el año 2013. Francisco expresó su postura frente a la vejez, la muerte y la vida eterna el pasado 7 de febrero, es decir, siete días antes de quedar internado en el Hospital Policlínico Universitario ‘Agostino Gemelli’, aquejado de una bronquitis. Allí, le diagnosticaron una neumonía en ambos pulmones que requirió un intenso tratamiento y puso su vida en peligro. Resistió hasta el domingo pasado.

¿Continuismo o renovación?, esa es la cuestión. Antes de exponer algunas consideraciones para acercarnos a la respuesta, recordemos que el proceso de elección de un nuevo papa es largo y, como se sabe, se lleva a cabo en estricto secreto. Más de la mitad de los doscientos cincuenta y dos cardenales del mundo siguen llegando a Roma para participar. De ellos, unos ciento treinta y cinco tienen menos de 80 años y se preparan para ingresar en el cónclave que definirá al nuevo líder de la Iglesia. Una vez iniciado —lo que, según la ley eclesiástica, no puede ocurrir antes del 6 de mayo, los cardenales quedarán completamente aislados del mundo exterior hasta que el nuevo papa sea elegido, hasta que veamos la fumata blanca.

El legado del papa Francisco debe ser tenido muy en cuenta. Para empezar, puede decirse que entendió como muy pocos el papel de los medios de comunicación social en la sociedad de nuestros días, a rebosar sus exigencias cotidianas. Y luego, abrazó la causa de las migraciones. Con valentía y luciendo un generoso espíritu de solidaridad, como acreditó en su última entrevista con el vicepresidente primero de Estados Unidos, J.D. Vance. Mantuvo un inalterable espíritu crítico frente a quienes se empeñaban en criminalizar las solicitudes de asilo y no aceptar sus razones.

Por eso, utilizando nada más que estos dos vectores de su tarea pastoral, la disyuntiva entraña la incógnita de saber si en las circunstancias actuales de un mundo polarizado -y a menudo, alocado- el sustituto del papa Francisco proseguirá su tarea, con las prioridades que fije, afrontando desafíos nuevos y completando los valientes caminos emprendidos, o tendrá que doblegarse ante los sectores integristas y ante quienes se desenvuelvan, entre renovados bríos trufados de nostalgia y tics autoritarios (o algo más), con los vientos favorables del liberalismo y conservadurismo que soplan a favor de la intolerancia y la incomprensión. Si se diera este segundo escenario, entonces es cuando mejor será apreciada la obra de un Papa revolucionario que ya es historia y en la que ocupa un lugar preeminente. Aunque fuera considerado el amigo de los pobres.

Pero ahora lo que importa es despejar la incógnita. ¿Será el comienzo de algo?

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