sábado, 17 de mayo de 2025

SIEMPRE TENDREMOS A ELSIE

 La poetisa Elsie Ribal recibó ayer, a título póstumo, un homenaje en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC). Intervinieron el escritor Gregorio Plata, el profesor catedrático de instituto, José Javier Hernández; el ex concejal y ex eurodiputado, Isidoro Sánchez García, además de los hijos de la homenajeada, Elsie y Eladio. Fueron proyectados dos videos que recogieron pasajes de la vida y obra de la poetisa. La promotores nos concedieron la oportunidad de leer el siguiente texto:

Agradecemos a los hijos de Elsie Ribal y a los promotores de este homenaje la oportunidad de intervenir y expresar algunas ideas que, en realidad, sirven para reafirmar nuestro aprecio y nuestro respeto por su arte, por sus querencias poéticas y, sobre todo, por su acreditada sensibilidad. Un recuerdo afectuoso para su esposo, para Eladio.

Elsie se hizo a sí misma y atesoró las inquietudes y las cualidades que distinguieron su quehacer desde temprana edad, desde siempre, aunque suene a frase hecha, en cualquiera de sus desempeños y de los cometidos que se ganó o le fueron asignados. Siempre los asumió con responsabilidad y ánimo constructivo.

El próximo mes de diciembre se cumplirán diez años de la presentación de aquel poemario, titulado ‘Pensamientos sin límites’, firmado junto a su hijo Eladio y presentado en este mismo Instituto. Esa noche, y así lo resaltamos, Elsie Ribal, estuvo pletórica.

En pos de la libertad/ abrazaré el ocaso/ y en la poesía nítida/ que no reflejó el papel/ cerraré los ojos/ y mis labios musitarán/ sin darme cuenta/ el prólogo de una despedida”, escribió.

Vimos, entonces, sinceramente, a la mejor Elsie, a una Elsie pletórica, fiel a su estilo de siempre a la hora de recitar, pero como más estimulada, acaso por la concurrencia activa de su hijo Eladio que ahora incursiona en el género, procedente de la pintura y la plástica. Hay madera de artista, de creador, desde luego.

Era como si Elsie, natural de La Victoria, intuyera sin fatalismos el final del camino, que se agotaban los apegos que la unieron toda la vida a la poesía. Su intimismo, sus adentros, sus sentimientos, sus querencias, sus ánimos… Como en tantas otras apariciones públicas, Ribal había ido desgranando, poema a poema –escribimos entonces-, la delicadeza con la que ha interpretado su propia existencia hasta volver a reencontrarse con sus valores de siempre.

Ahí queda su aportación a la cultura portuense, plasmada en los dos primeros mandatos de los ayuntamientos democráticos, cuando ejerció como concejala delegada de Cultura y cuando acompañó a Francisco Afonso en el impulso a la creación de la Universidad Popular Municipal que, tras su fallecimiento, llevaría su nombre. Allí se afanó lo suyo para poner en marcha el grupo de teatro ‘La Recova’, uno de los logros municipales en la producción de los años ochenta (Una anécdota de la época: Elsie Ribal se adhirió en un pleno a la posición que defendió la concejala Dora García (UCD), a propósito de no permitir el ‘top less’ en el complejo del Lago Martiánez).

Pero Elsie quería escribir y seguir recitando. Por eso, aparecieron desdeTorres de arena’ a ‘Acantilados de papel’ pasando por ‘Crepúsculos’, ‘Cuando se quiebra el silencio’, ‘Paréntesis azules sobre el asfalto’ y ‘Poemas a voces’, que firmó junto a su hija, Elsie Tavío Ribal. Hasta completar el conjunto de su producción bibliográfica, hay todo un vuelo de poetisa que es capaz de superar adversidades de la vida y seguir acreditando entereza al dejar en el papel una idea, un verso lleno de sutileza y sencillez que llevó a varios escenarios de la geografía norteña.

Y así, sin necesidad de demostrar nada, lució su identidad poética, consciente de que la mejor manera de enhebrar sus versos era respetar su clasicismo y refrescar sus fuentes de inspiración. Se sabía “hoja, tránsito”, la “silueta de la alborada” que hacía lo que más le gustaba en una soledad productiva, en las horas que aprovechaba para amar esta forma de escribir y decir las cosas. Lo suyo fue la modestia, lucir sus dotes sin alardes, en sus libros, en sus recitales, en sus cometidos públicos. No es de extrañar que en uno de sus últimos libros hubiera insertado estrofas dedicadas a un Puerto de la Cruz que ella vio evolucionar. Revelaba no solo su amor por la ciudad sino la voluntad de corresponder a ese afecto. Cuando la autora habla de belleza, lozanía, paz y algarabía, alude a los encantos del “viejo relicario” que pintores y poetas llevaron a sus lienzos y a sus páginas con el ánimo de quien descubría un mundo que fascina por tantos atractivos.

Y así, remando, con su alma envuelta en plegarias de silencios, Elsie nos encargó el prólogo de una de sus últimas obras, ‘Bajo la piel de la luna’. Escribimos:

“Su intimismo, sus adentros, sus sentimientos, sus querencias, sus ánimos… La autora va desgranando, poema a poema –titulados en su mayoría con una sola palabra-, la delicadeza con la que ha interpretado su propia existencia hasta volver a reencontrarse con sus valores de siempre, ahora Bajo la piel de la luna.

Y así, sin necesidad de demostrar nada, luce su identidad poética, consciente de que la mejor manera de enhebrar sus versos es respetar su clasicismo y refrescar sus fuentes de inspiración. Se sabe “hoja, tránsito”, la “silueta de la alborada” que hace lo que más le gusta en una soledad productiva, en las horas que aprovecha para amar esta forma de escribir y decir las cosas.

Sabe lo que la “palabra destila” en un instante. En los silencios de esa soledad, están los secretos. Pero están también los rumores, las sombras, la brisa perceptible, los sueños, las olas de la mar cercana, los suspiros, los oníricos mensajes, la frondosidad anhelada de las lecturas y relecturas inagotables. Por eso se lanza “una vez más/ a remar con los luceros/, mientras convergen colores/ que desnudan mi alma/ con plegarias de silencios”.

Elsie Ribal hace que trascienda su universo particular, pletórico de sensibilidad, en (aquel nuevo poemario) con el que se resiste a dejar de lado sus ensoñaciones. Versos nuevos de aristas conocidas y de perfiles generados con talante aperturista, con propuestas y figuras que prolongan su afán creativo.

En él plasma dos hechos sobresalientes: su admiración por Federico García Lorca y el amor por su ciudad natal.

En efecto, dedica una balada al escritor granadino pues “siguen flotando en las plazas/ las corrientes de tus ríos/ que arrastran mensajes verdes/ con romances encendidos”. Es como si los versos de Elsie, sintiendo que el aire estremece, quisieran hurgar en la personalidad y la obra del autor. Y ahí se entremezclan factores y figuras dispares:

“Tu obra de acacias, sombras,/ de remansos y doncellas,/ desnuda bajo la lluvia/ con eternas primaveras,/ se cubrió por un instante/ de negros rasos de seda”.

En otro poema, que lleva nombre y apellidos de Federico, la poetisa, valiente, no oculta su dolor porque hasta “la luna se mostró herida” aquel fatídico 18 de agosto. El dolor acaso refleja los sentimientos definitivos: “Hasta el sol cala de frío/ en tu tierra granadina/ la que te viera nacer/ y ausentarse de la vida/ por la ignominia salvaje/ bajo un poder homicida”.

Por otra parte, Elsie Ribal es una portuense de pro (no olvidemos que es natural de La Victoria) sin tener necesidad de presumir de ello. Ha estado siempre donde el pueblo, sus agentes sociales, le pidieron que estuviera. Lo suyo, quedó dicho, ha sido la modestia, lucir sus dotes sin alardes, en sus libros, en sus recitales, en sus cometidos públicos. Que en este nuevo libro haya insertado estrofas dedicadas a un Puerto de la Cruz que ella ha visto evolucionar, revela no solo su amor por la ciudad sino la voluntad de corresponder a ese afecto. Cuando la autora habla de belleza, lozanía, paz y algarabía, alude a los encantos del “viejo relicario” que pintores y poetas llevaron a sus lienzos y a sus páginas con el ánimo de quien descubre un mundo que fascina por tantos atractivos.

Los otros poemas constituyen la sucesión de imágenes y metáforas que la poetisa y rapsoda va hilando segura del terreno que pisa, dotándolos de una cualidad sugestiva. Bajo la piel de la luna es, pues, un libro de poesía en el que su autora siente el paso de la vida a la vez que demuestra que aún puede remar con los luceros y desnudar su alma, en tanto el caleidoscopio colorea esas plegarias de silencio que tanto dicen de personas sutiles que sienten y se esmeran con lo que hacen.

El lirismo de Elsie, en efecto, siempre cautiva, sigue atrayendo, acaso porque no abunda la fórmula poética, acaso porque las coordenadas de ésta siguen siendo terreno difícilmente accesible dadas las singularidades que lo caracterizan.

Desde Torres de arena a Acantilados de papel pasando por Crepúsculos, Cuando se quiebra el silencio, Paréntesis azules sobre el asfalto y Poemas a voces, que firma junto a su hija, Elsie Tavío, en el conjunto de su producción bibliográfica, hay todo un vuelo de poetisa que es capaz de superar adversidades de la vida y seguir acreditando entereza al dejar en el papel una idea, un verso lleno de delicadeza y sencillez.

Lo que sí sabemos, desde luego, es que la piel de la luna es muy sutil”.


Y que siempre tendremos a Elsie. He aquí (en este acto) la prueba.



1 comentario:

  1. Es solo un pequeño retazo de tanto bien como la poesía i todo lo que en su historia puede retrotraernos un trabajo arduo silencioso con miras de futuro e. La belleza, sin estruendos entre sentimientos plasmados es ese papel delicado que nos regala la delicada piel de la luna, quien sabe lo que de belleza tendrá escondida en su palabra allá en la resultante piel si el sol la tuviera, solo hemos leído detrás de un paréntesis) esperamos su próxima reencarnación si la poesía pudiera reencarnación en luz. Sería un bonito regalo para la Literatura eterna.. aún se escucharan sus voces en el asfalto poético de su tierra la que yo también amo. Chema Muñoz.

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