‘Periplo’ es el título de
un Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras cuya segunda
edición parece haberse saldado felizmente en distintos emplazamientos del
Puerto de la Cruz. Los medios se han hecho del poder de convocatoria y del
éxito de varias actividades incluidas en un programa repleto de sugerencias y
de nombres que destacan en ese firmamento donde las experiencias y la
imaginación se abrazan para significar una fuente que intenta proyectar el
nombre de la ciudad. No es menos cierto que en redes sociales también han
circulado opiniones críticas con el gasto presupuestario que pudo haberse
dedicado, según se ha leído, a necesidades sociales más apremiantes.
Se suele preguntar casi siempre qué queda de aprovechable de
estas manifestaciones artísticas, un tanto efímeras si se quiere. Y en este
caso, puede que sin habérselo propuesto, han descubierto los promotores un
museo de arte urbano al aire libre. Por si aún no lo conocen: se trata de
murales, de pinturas de gran tamaño sobre paredes medianeras que proporcionan
un reclamo inmediato para los viandantes. El resultado: trece murales visibles
en calles de barrios céntricos dan lugar a Puerto
Street Art. Ante el impacto positivo, a ver cómo lo gestionan y promocionan
sus responsables pues la dimensión turística puede ser también relevante. Hay
noticias de las primeras repercusiones en sitios web específicos: se trataría
de elaborar una estrategia de comunicación adecuada, integrada en las genéricas
del destino turístico, que sirva, además, como soporte informativo y cultural
para convencer a los incrédulos y a los más reticentes, entretenidos en
conversaciones de políticas de campanario y poco dados a reconocer que en la
actividad artística, visible las veinticuatro horas, son coste alguno, hay todo
un enganche. Tienen que convencerse de los efectos positivos hasta convertirse
en primeros defensores de la idea. Como lo han sido los vecinos propietarios,
merecedores de gratitud, que han colaborado facilitando el acceso a las
paredes. Entre casas cerradas y abandonadas y paredes plenas de creatividad
artística, no debe haber duda. La estampa es bien diferente. Los turoperadores,
que llevan tiempo haciendo auténticos malabares para insertar novedades
portuenses en sus canales de promoción, ya disponen de un atractivo que seguro
interesará a mucha gente.
‘Periplo’
y ‘Mueca’, el otro festival de arte en la calle que parece plenamente
consolidado, pese a los obstáculos que una parte del gobierno local se ha
empeñado en ir colocando, vienen a salvar su gestión en el presente mandato,
plagado de hechos que han despertado el malestar ciudadano. O sea, gracias a
las manifestaciones culturales que, además de mantener encendida la llama que
prendió en la ciudad hace mucho tiempo, son válidas para generar actividades
comerciales y de consumo, para persuadir a los turistas que así encuentran algo
más que sol y playa cuando tienen a su alcance una oferta distinta, asequible y
hasta en algunos casos participativa.
Arte
urbano, en definitiva. Sin grandes desembolsos y sin grandes controversias. Para
una ciudad estancada, casi viviendo de las rentas, es casi un regalo.