Amigos que se han ido en esta semana de inclemencias meteorológicas.
Personas de buenas causas que hicieron de la amistad un lazo respetuoso y
tolerante.
Luis Saavedra Mora
fue futbolista destacado en aquel todopoderoso Puerto Cruz de la década de los
sesenta. El arquetipo del que entonces se llamaba medio volante. Alto, fornido,
pujante… su presencia en la cancha era siempre sobresaliente. Se había iniciado
en el Juvenil Once Piratas. También jugó en el Real Unión, Realejos y Orotava.
En las efemérides del sitio web de Bruno J. Alvarez hay una entrada muy
pormenorizada de la trayectoria de Saavedra, quien ya retirado, aún lucía
hechuras en el Barsa, un equipo de aficionados de la Villa. Ahí acreditó la
resistencia de los buenos deportistas a alejarse del todo. Luego le vimos
seguir de cerca la trayectoria de su hijo, Luiso, quien destacó varias
temporadas en el primer equipo de la U.D. Las Palmas. Saavedra, con un talante
que se agradece, nos hizo varias observaciones a juicios y comentarios que
hacíamos en la radio. Pintor de la construcción, hizo también de su profesión
un modelo de entrega y responsabilidad. Le recordaremos siempre, sobre todo,
porque hizo inolvidable aquella línea media casi infranqueable:
‘Barrebarre’-Saavedra (El primero era un jugador palmero, procedente de Los
Llanos de Aridane, también de alta estatura, que desde el Puerto Cruz saltó al
Canarias de Venezuela).
Tomás Oliva fue el
prototipo del socialista que trabaja en silencio, sin alharacas. Comprensivo,
tolerante, respetuoso con todo y con todos. Sí había que desplazarse a Santa
Cruz para cualquier menester, ahí conducía Tomás. Si había que cargar
preparando un mitin o un acto público, ahí estaba Tomás. Si había que llenar
sobres con votos y folletos, el primero era Tomás. Si había que sufrir en
silencio las amarguras de una derrota electoral –y él conoció varias
consecutivas-, Tomás siempre estaba presente. Nunca pedía nada, nunca se
extralimitaba, nunca ambicionó nada. Parecía la suya una actitud pasiva, resignada;
pero nada más lejos de la realidad: allí siempre hubo un socialista
comprometido y activo que encarnaba los valores ideológicos de quien sabe que
hay que trabajar para ganarse la vida con dignidad. Su militancia, discreta,
silenciosa, eficiente, discrepante cuando había que serlo, ha sido un ejemplo.
¡Cuántos Tomás Oliva necesita el socialismo!
Y en el Puerto de la
Cruz decimos adiós a Lope Afonso González, viejo amigo de infancia y
adolescencia durante las que compartimos vivencias y episodios que evocamos con
agrado. Lope es el autor de una célebre frase, pronunciada en público al
principio del sermón de la procesión del Encuentro de Viernes Santo en La
Orotava. El sacerdote comenzó con mucho énfasis:
-¡Hombres de La
Orotava, mujeres por antonomasia!
Y Lope que se
levanta, exclama:
-¡Oiga! Y los del
Puerto, ¿qué pasa?
Tras la que se
marcharon buena parte de los jóvenes portuenses que, como era tradición,
después de la procesión del Cristo crucificado, habían acudido a la cita
villera.
Lope, por cierto, fue
el conductor durante muchos años de la venerada imagen del Gran Poder de Dios.
Un conductor al que algún cofrade u otros acompañantes iban guiando pues desde
el interior del carro transportador no se veía nada.
Dedicado a la
actividad comercial muchos años –luego sería vigilante privado-, Lope Afonso
siempre quiso colaborar en aquellas convocatorias locales vinculadas al deporte
y actividades lúdicas o recreativas. Una de ellas fue las ’24 Horas de
ping-pong’ promovida por el Cima Club. En cierta edición, que tuvo como marco
el parque San Francisco, logramos memorizar uno de los eslóganes de
reconocimiento, repetido cada hora y media, según la cantidad de público que
hubiera:
“Se está jugando con
pelotas de la marca Dunlop Barna Tres Coronas, cedidas gentilmente por la firma
Fotopesca Maricumbre”.
En cierta ocasión,
tras discrepar con su primo Francisco, quien fue alcalde de la ciudad entre
1979 y 1984, a propósito de la adaptación peatonal de vías, fue objeto de una
broma que, por fortuna, no pasó a mayores. El inolvidable Chicho Vázquez simuló
la grabación de una entrevista radiofónica que se iba a emitir en uno de los
programas más escuchados entonces. Lope no arremetió contra su primo alcalde
pero se preguntó una y otra vez quién le asesoraba, qué técnicos le habían
dicho que cerrara tantas calles. Cuando días después supo que la entrevista
nunca fue emitida, no se enfadó.
-Lo mejor que
hiciste-, le dijo a Vázquez.
Era una expresión de
su buen corazón, de su predisposición tolerante. Hoy sábado se efectuará su cristiana sepultura. Reciban su esposa
Leonor, sus hijos Lope (concejal del Ayuntamiento), Gemma y Leopoldo (presidente de la Cofradía del Gran Poder de Dios), una sentida condolencia.
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