El
centro de investigaciones Pew Research, especializado en encuestas de
opinión operado por el ‘Times Mirror’, del grupo editor ‘Los
Angeles Mirror’, es un ‘think tank’ (organización o grupos de
expertos que
se dedica a investigar y analizar cuestiones políticas, económicas,
sociales, militares o culturales, entre otras. Su objetivo es influir
en la toma de decisiones por parte de gobiernos, empresas y la
sociedad en general. También se traduce como "tanque de ideas"
y puede estar relacionado con laboratorios militares, empresas
privadas o instituciones académicas)
ha publicado recientemente una que merece máxima atención y se
presta a reflexiones, críticas y análisis, dadas las conclusiones
que aporta.
La
encuesta, realizada entre el 14 y el 20 de abril de 2025 a 9.397
adultos, sitúa
en el 59 % a quienes consideran que los periodistas son “muy” o
“extremadamente” importantes para el bienestar de la
sociedad, pero
también constata que el 49 % percibe que están perdiendo influencia
y que el 45 % declara mucha o bastante confianza en que actúen en el
interés público.
En
una información que sobre el particular publica Laboratorio
de Periodismo.org, se
interpreta que el periodismo sigue
siendo considerado un pilar democrático por la mayoría de la
población, pero la confianza hacia quienes ejercen el oficio muestra
signos de desgaste y las fronteras sobre quién merece la etiqueta de
periodista se difuminan en la era digital. La aparición de pódcast,
newsletters (los nuevos géneros) y creadores en redes sociales
convive con la persistencia de los formatos tradicionales, y la
opinión pública, atravesada por divisiones políticas y
generacionales, dibuja un retrato de respeto hacia la función social
de informar y, al mismo tiempo, de sospecha sobre la imparcialidad de
quienes la ejercen.
En
efecto, el ecosistema informativo digital multiplica las fuentes,
difumina las fronteras entre profesionales y creadores y mantiene
abierto el debate sobre qué significa hoy ser periodista, al tiempo
que tensiona la confianza del público y reordena los hábitos de
consumo.
La
población declara que quiere información rigurosa y a la vez
convive con formatos nuevos —boletines, pódcast, redes sociales—
que compiten con los medios tradicionales por tiempo y credibilidad;
la etiqueta “periodista” no se aplica de forma uniforme a quienes
participan en ese circuito y la evaluación de su trabajo presenta
fuertes diferencias por edad y por afinidad política. Estas
son algunas de las principales conclusiones del último retrato sobre
la profesión de periodista en Estados Unidos,
Entre
los rasgos que la ciudadanía exige a sus proveedores de noticias,
sobresalen la honestidad (93 %), la inteligencia (89 %) y la
“autenticidad” entendida de manera diversa (82 %), y en las
funciones diarias se prioriza “informar con precisión” (84 %) y
“corregir afirmaciones falsas de cargos públicos” (64 %).
La
definición de quién es periodista se asocia con mayor claridad a
los formatos tradicionales. El
79 % considera periodistas a quienes escriben en periódicos o webs
de noticias, el 65 % a quienes informan o presentan en televisión y
el 59 % en radio, mientras que los porcentajes bajan en medios
nuevos: 46 % para quienes conducen pódcast informativos, 40 % para
autores de newsletters y 26 % para quienes publican sobre noticias en
redes sociales.
Las
expectativas normativas sobre cómo actuar también son claras en
varios puntos. Tres
de cada cuatro encuestados (75 %) sostienen que, al cubrir un tema,
“todas las partes merecen siempre cobertura equilibrada” y
un 82 % afirma que, ante falsedades de figuras públicas, los
periodistas deben informar y aclarar que son falsas. Al mismo tiempo,
más de la mitad (56 %) cree que los periodistas “no pueden separar
a menudo sus opiniones personales” de lo que publican, con
diferencias marcadas por partido.
En
perfil y preparación, la ciudadanía otorga más peso al
conocimiento temático que al estatus laboral o a la titulación: el
70 % considera “muy importante” que quien informa tenga dominio
profundo del tema, frente al 31 % que valora estar empleado por un
medio y el 25 % que prioriza un título universitario en
periodismo. Aun
así, un 60 % opina que debería requerirse formación formal para
ejercer. En
transparencia, el aspecto más demandado es explicar cómo se
gestionan los errores: el 66 % lo considera “muy importante”.
Los
datos también reflejan cómo llega la información. Casi la mitad de
los adultos (46 %) dice que la mayor parte de sus noticias proviene
de personas a las que considera periodistas, aunque un
59 % declara que preferiría informarse principalmente a través de
periodistas .
Ese
desfase convive con una valoración ambivalente de los atributos:
mayorías describen a “la mayoría de los periodistas” como
inteligentes (63 %) y bien intencionados (58 %), pero también como
“sesgados” (58 %).
El
informe, publicado el pasado 20 de agosto, incorpora además
evidencia cualitativa de nueve grupos focales que ayuda a
contextualizar los porcentajes y muestra percepciones sobre
autenticidad, opinión y riesgos del trabajo, así como la influencia
de intereses políticos o financieros en la cobertura. El conjunto
dibuja un terreno exigente para el oficio: reconocimiento
amplio de su función social, escepticismo sostenido sobre su
imparcialidad y reglas de juego que el público sigue situando, con
matices, en la verificación, la corrección y la transparencia.
En
fin, que según este sondeo de opinión americano, los periodistas
conservan un considerable nivel de prestigio social pero su poder de
influencia va reduciéndose sensiblemente.