Menos mal que hubo cordura y al final el Comité de Apelación de la Federación Española de Fútbol restiró la sanción de dos mil euros impuesta un jugador del real Jaén que, tras anotar un gol, enseñó la camiseta interior escrita con un mensaje de apoyo a los niños (‘pequeñines’, pintó) enfermos de cáncer.
No se entendía bien la medida -aunque interpretada al pie de la letra del reglamento tiene pocos ángulos que discutir- cuando, pocas fechas, antes otro organismo federativo había impuesto una multa de seiscientos euros al club Atlético de Madrid por el lanzamiento de un objeto que dio en la cabeza de un jugador del Real Madrid a la terminación del encuentro de Copa.
La desproporción era evidente. La comparación no se resiste: un hecho violento frente a un mensaje de ánimo para menores afectados por un mal de salud. Sabemos que el rasero de la disciplina futbolística es muy voluble pero un hecho como el comentado, un mensaje puro, inocente, y por supuesto, inocuo, mostrado como han hecho otros tantos jugadores, no puede tener ese precio, no puede valer esos dos mil euros de sanción. Sobre todo, después de contrastar la cantidad de barbaridades y de fechorías que se cometen en esos campos.
Que se hayan aplicado criterios de excepcionalidad, templando el rigor del precepto, y que se haya tenido en cuenta la falta de publicidad, ha sido lo más procedente. Menos mal.
viernes, 28 de febrero de 2014
jueves, 27 de febrero de 2014
ENTRE DESCONSIDERACIONES Y AUSENCIAS PLENARIAS
Las versiones periodísticas
y de algunos testigos presenciales coinciden en el enésimo pleno borrascoso del
ayuntamiento del Puerto de la Cruz. A estas alturas, ya no es noticia: pero duele. En cualquier caso, por el galopante desprestigio
institucional; por la progresiva pérdida de credibilidad y de respeto de algo
tan serio como una sesión pública del máximo órgano del Ayuntamiento y por la
sensación que se proyecta de un deplorable espectáculo circense en el que todo
vale para escarnio de la democracia. Que al cabo de varios mandatos se haya
descendido a estos niveles, resulta reprobable. Una cosa es el fragor
dialéctico que diera pie a debates duros con pasajes de complicada digestión y
otras, muy distintas, las imposiciones, las intromisiones, el irrespeto y las
inconsecuencias. Parece que todo esto es lo que predomina.
De todos modos, hay dos hechos registrados en esta sesión
que llaman poderosamente la atención, merecedores por tanto de comentario.
Uno: la moción de la representación de Vecinos por el
Puerto relativa a la necesidad de que el gobierno municipal cuente con un
miembro dedicado a tiempo completo al área de Asuntos Sociales. La iniciativa,
desde luego, pone de relieve, cuando menos, primero una seria disfunción en el
organigrama de aquél; y luego una interpretación política muy discutible,
especialmente por el modo de entender la solución aplicada y las repercusiones
que ésta suscita.
Veamos los hechos: la concejala que era titular renuncia
a su condición de plena dedicación, quizá una manera de frenar la dimisión del
cargo que pudiera ser su voluntad. Para no abrir crisis ni producir
distorsiones, el alcalde considera que la responsabilidad de la gestión del
área puede hacerse a tiempo parcial. Y aquí se inician las complicaciones, una vez
más el pecado original.
Porque no hay que ser un lince para saber que las
actuales circunstancias sociales y económicas, en el Puerto como en otras
muchas localidades, generan un estado de necesidades y demandas que cualquier
gobernante querría atajar pues se siente moralmente obligado a ello. Lo normal
es, en efecto, priorizar recursos y actuaciones en ese campo donde hay materias
que exigen de plena dedicación, con la cúpula política a la cabeza. Sin
embargo, se considera que la cosa se puede dirigir y gestionar a tiempo
parcial. Qué concepto, qué idea de lo social.
Y claro, es inevitable que broten las contradicciones,
una de las cuales es expuesta de forma atinada en la moción de Vecinos por el
Puerto: si se admite ese criterio, ¿por qué no se aplicó y explicó
adecuadamente desde el principio del mandato? Un fraude. Otra: resulta
incongruente disponer de concejales liberados o de plena dedicación para áreas
como Turismo, Comercio o Recursos Humanos y la de Asuntos Sociales se pueda
dirigir con unas horas o días de desempeño. Siendo todas las áreas importantes,
respetando la autonomía para organizarse y suponiendo que el cumplimiento de un
programa político y de determinados objetivos depende de contar con la
confianza y capacitación de personas al frente de cada concejalía, lo ocurrido
relega o degrada a Asuntos Sociales, en sí mismo es una desconsideración. Y
esgrimir que el alcalde es el gran sustituto o que ya se encargan funcionarios
y personal laboral de que la cosa funcione (nada más lejos de la realidad: es
en estas situaciones de vacío o inseguridad donde más se notan la ineficiencia
o la falta de resultados) no es de recibo.
Las críticas a la nueva Ley de Racionalización y
Sostenibilidad de la Administración local inciden, precisamente, en los asuntos
sociales. Hay una controversia creciente sobre el futuro que aguarda a las
estructuras de los servicios que hay que prestar. Vayan ustedes a saber si el
alcalde portuense, con esta medida, ha querido ir ensayando las restricciones
que darán paso a las privatizaciones en este campo. No, la impresión es que no
va por ahí la cosa. Demasiado pretenciosa. Más bien huele a parche, a
martingala para salir del trance y llegar al final del mandato sin sobresaltos.
Aunque los vecinos vuelvan a ser los perjudicados.
El segundo hecho: la sesión se inicia con ausencia de
seis concejales, cuatro de dos grupos de oposición, y dos del gobierno.
Respetemos las razones que pueden haberla motivado. Seguro que serán poderosas.
Pero las obligaciones son las obligaciones y las contraídas al asumir un cargo
público requieren de cumplimiento, a menos que haya una causa insalvable. Hay
que hacer un esfuerzo, el que sea, con tal de estar presente donde hay que
estar. Ya es llamativo, desde luego, que quince de los veintiún ediles sean
quienes asistan al pleno.
Y si por esto también se es noticia… no mejora el
enfermo.
miércoles, 26 de febrero de 2014
DEUDA PÚBLICA
Estallan fuegos artificiales a
cuenta de la nota mejorada de la deuda soberana española hecha por la agencia
de calificación crediticia Moody’s. El Gobierno, tan necesitado de inyecciones
que revitalicen el cuerpo social, se ha apresurado a interpretar que los
criterios de la agencia confirman que la cosa va bien: un modelo de crecimiento
más sostenible. Bien es verdad que la elevada deuda pública y el alto índice de
desempleo son citados por Moody’s como flancos débiles.
Sobre el primero de esos flancos, sobre la deuda pública,
hay algunos aspectos que llaman la atención. Por ejemplo, que según datos del
Banco de España, es la mayor de toda su historia: supera los novecientos
sesenta y un mil millones de euros, es decir, casi alcanza el billón de euros.
Esa cuantía significa el 94% del Producto Interior Bruto (PIB), el mayor nivel
de deuda pública en nuestro país de los últimos cien años.
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos,
que no dudó en aprovechar la convocatoria del G-20 en Sidney para hablar de las
mejoras en la economía nacional, admitió días antes, en Bruselas, que esperaban
un registro peor, “ligeramente por debajo de lo que habíamos proyectado en el
Libro amarillo”. Por lo tanto, no parece que sea cuestión de sacar pecho en
esta materia, sobre todo porque cuando Mariano Rajoy accedió a la presidencia
del Gobierno -hace ya más de dos años- el alcance de deuda pública que habría
de gestionar y que formaba parte de la tan denostada herencia era del 69% del
PIB, unos veinte puntos menos que la media europea.
Algunos expertos sostienen que el déficit y la deuda pública
se han disparado -según las astronómicas cantidades que se han barajado- para
tapar los desaguisados en el ámbito privado, bancario e inmobiliario,
principalmente. La deuda se ha incrementado veinticinco puntos del PIB a lo
largo de la presente legislatura que será recordada, entre otras cosas, por el
abuso de la mayoría parlamentaria.
Otros especialistas, los más críticos con el Banco Central
Europeo al considerar que funciona al dictado de los intereses alemanes,
señalan en sus análisis de la evolución de este problema aumentativo que todo
se debe a la exigencia del desmantelamiento del Estado de bienestar al que
hemos venido asistiendo como condición para adquirir deuda pública.
Y es aquí donde hay que entender bien el curso de ciertas
políticas y la aplicación de ciertas medidas: se trata de ir acabando con las
conquistas sociales a la vista de ciertas supeditaciones que, en el fondo, son
un problema artificial que tiene mucho de chantajismo. Que nadie se extrañe
cuando se habla de la desaparición de las clases medias: una vez más, son los
asalariados y los trabajadores quienes han pagado los vidrios rotos. A ver
quién les devuelve los derechos y las conquistas.
El caso es que será difícil enjugar tales volúmenes de deuda
-pública pero también privada- a pesar de que las cifras de balances del
sistema bancario indiquen lo contrario. Ya veremos lo que dicen los mercados.
martes, 25 de febrero de 2014
NO HAY PAPEL PARA PERIÓDICOS
Las revueltas sociales de
Venezuela, el encono y la radicalización que se contrastan en las informaciones
que se van recibiendo, abren de par en par las puertas de la incertidumbre. Es
difícil predecir lo que va a suceder, lo que puede suceder. Estamos ante otra
tragedia humana. Que duele más, por vínculos sobradamente conocidos. Y además,
como las partes invocan y se encomiendan a la divinidad para reivindicar la paz
y acabar con la violencia -como si el diálogo, el respeto y el cumplimiento de
las normas entre humanos de un mismo cuerpo social fueran papel mojado-, más
dudas y desasosiego inspiran el porvenir.
Pero la crisis venezolana ha puesto de relieve la
materialización de un hecho sobre el que ha venido hablándose en muchos sitios,
bien es verdad que por distintas razones: la desaparición de los periódicos.
Miren por donde, las carencias de materia prima, de papel, ya han incidido en
algunas cabeceras que no circulan y amenazan a otros muchos medios escritos que
subsisten, según sus responsables, a duras penas. Un informe del Instituto
Prensa y Sociedad (IPS) detalla que treinta y un periódicos han reducido el
número de páginas y once han cerrado.
El presidente-editor del prestigioso periódico El Nacional, Miguel Henrique Otero, ha
llegado a afirmar que todos los periódicos están en riesgo de cierre ante esta
crisis. Y claro, es inevitable que ligue la pervivencia del sistema democrático
y de libertades a la existencia de una prensa libre. Las consecuencias, según
el testimonio de Henrique Otero, serían dramáticas en caso de no encontrarse
una alternativa: unas treinta mil familias se verían afectadas si no se ataja
el cierre de rotativos, “lo que constituye -afirma- una catástrofe desde el
punto de vista social y económico”.
La situación es tan dramática que el Colegio Nacional de
Periodistas de Venezuela se ha dirigido, casi a la desesperada, a la Defensora
del Pueblo para que se pronuncie e inste al Gobierno a garantizar el suministro
de papel prensa, afectado, según se indica, por la carencia de divisas. “La
situación es una violación a la libertad de prensa”, aseveró el presidente de
los periodistas venezolanos, Tinedo Guía.
Y claro, en medio del caos, con un Gobierno acusando de
amarillismo a los medios y de boicotear, poco menos, el denominado Plan de Paz
Nacional o los Planes de pacificación, imputándoles responsabilidades, se
concluye que el enfrentamiento es abierto y que al ejecutivo le interesa
limitar las condiciones de edición y circulación. Con razón, el Colegio de
Periodistas de Venezuela ha querido dejar claro que no son los periodistas ni
los medios de comunicación “los que han fomentado la violencia ni perpetrado
los miles de asesinatos que se vienen registrando trágicamente en nuestro país
durante la última década”.
El último párrafo de la apelación del Colegio a la Defensora
del Pueblo es revelador:
“De antemano rechazamos cualquier pretensión del Gobierno
nacional para disfrazar el combate al amarillismo como un mecanismo de censura
para que los venezolanos estén desinformados sobre el grave problema de
inseguridad que aqueja a nuestra patria”.
Hasta la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que
decidirá en Barbados el próximo mes de abril las alternativas encaminadas a
impedir más cierres de periódicos, terminó apoyando una marcha pacífica de
representantes de medios y de la prensa venezolana que hicieron causa común
“para defender la fuente laboral así como el derecho de los ciudadanos a estar
informados y la libertad de prensa”.
En definitiva, lucha y unidad de acción ante un futuro muy
incierto puesto que ya saben los editores que el Centro Nacional de Comercio
Exterior, encargado de establecer las prioridades para adjudicar divisas a los
distintos sectores productivos, ha señalado con claridad que primero son
alimentos y medicinas.
O sea, otra vuelta de tuerca.
lunes, 24 de febrero de 2014
AGONÍA DE LA UPM
Agonía de la Universidad
Popular Municipal ‘Francisco Afonso’ del Puerto de la Cruz. Lenta y fatídica
agonía que se alarga en silencio, con olor a indolencia y sin protestas ni
lamentos. E igual los llantos, si los hay, son sin lágrimas. La UPM no tiene
quien la socorra.
Ya se han producido los primeros despidos de monitores o
profesores. Y el cuadro subsiguiente es desgarrador: ni una mísera nota de
prensa ni una escueta manifestación en defensa de los puestos de trabajo. Puede
que ni un agradecimiento por los servicios prestados. Hasta parece cercenado el
derecho al pataleo. Por lo que cabe preguntarse: ¿dónde la reivindicación,
dónde la solidaridad? Ni los herederos de los promotores hacen una declaración
postrera, siquiera de lamento. A los ejecutores, más o menos encantados, casi
no hace falta asirse al clavo de medidas restrictivas sustanciadas en normativas
que conducen a un cada vez más visible deseo de querer acabar con todo: pasan
de rositas.
Y en medio del proceso agónico, es llamativo -podría
escribirse que hasta normal- que no haya una escueta información sobre si se
suspenden clases o si es factible la restitución de los derechos de inscripción
en cursos o materias que no van a tener continuación. Resulta una falta de
consideración hacia los usuarios y hacia el profesorado mismo.
La UPM portuense parece condenada a su desaparición. Desde
hace algún tiempo hemos mostrado nuestro pesimismo. La habían puesto proa al
marisco. Y a pesar de los llamamientos y de esporádicas reuniones que no fueron
más que un parche a la desidia extendida para justificar algo ante la opinión
pública, el rumbo ya era invariable.
Y así sufrirá la ciudad otra pérdida, una más en esa
colección de iniciativas y realizaciones que han ido nutriendo su historia para
terminar agotándose. Miren que es costosa la continuidad en el Puerto de la
Cruz, principalmente de todo aquello que tenga que ver con la cultura, la
formación y la participación social. La UPM, que nació precisamente cuando se
amasaban las ilusiones democráticas, surgió con vocación de impulsar el
conocimiento, de complementar la formación reglada, de abordar campos del saber
y de la cultura que forjaran generaciones de portuenses y los capacitasen para
acometer el momento histórico que se vivía. A principios de los ochenta, la
ciudad necesitaba de un impulso. Y así surgían grupos musicales y teatrales. Y
se experimentaba con cursos y materias que hasta podrían reconducir una
vocación o un medio de vida. Ese edificio de la calle Mazaroco, con sus aulas,
estancias y talleres, llegó a efervescer, con un ambiente educativo o académico
que merecía ser cultivado. Hoy, el silencio y la quietud que predominan son la
certificación de una lenta y silenciosa agonía, el escenario de la
desmoralización. Y sin objeciones, como aguardando la expresión que nunca
hubiéramos querido escribir: el último, que apague la luz.
sábado, 22 de febrero de 2014
DISTINCIÓN PARA EL CIT
El pleno del Ayuntamiento
del Puerto de la Cruz, según promueve su alcalde-presidente, concederá honores al Centro de Iniciativas y
Turismo (CIT) de la localidad, al cumplirse durante el presente año medio siglo
de existencia. A la espera de la determinación corporativa, la entidad verá así
reconocida su implicación en el desarrollo del sector turístico y de la ciudad.
La trayectoria del CIT portuense, iniciada en 1964, se
caracteriza, con sus altibajos, por un espíritu de superación. Cada presidente,
cada junta directiva, imprimieron su sello, conscientes de que el papel a
interpretar dependía de la capacidad emprendedora y había que definirlo hasta
labrar la experiencia adecuada para aportar, de manera activa y constante, lo
que va implícito en su carta fundacional: fomentar los valores de la ciudad
para potenciarla como destino turístico.
Quizás el mayor mérito del CIT, históricamente, ha sido superar
el inmovilismo. Claro que corría ese riesgo, especialmente en las etapas que
parecía depender de las ayudas que recibiera del Ayuntamiento. Las tentaciones
acomodaticias, por otro lado, también provenían desde dentro: empresarios o
profesionales poco comprometidos o identificados, con altas dosis de desapego
hacia una obra común. Creyeron que podían descansar en terceros la
responsabilidad de identificarse y así se desentendieron, creyendo que la etapa
de bonanza se eternizaría. Hicieron sordina a la aparición de destinos
emergentes que iban a competir y se encerraron en sí mismos, en sus propios establecimientos,
como si lo que ocurría en el exterior no fuera con ellos y como si esos
terceros, incluida la administración, ya resolverán.
El CIT, nacido en pleno franquismo en medio de algunas pugnas políticas
de familias, superaría, más de una década después, la incertidumbre inicial
derivada de los ayuntamientos democráticos. Creían algunos de sus directivos y
componentes que se iban a ocupar poco del turismo o que no tendrían
sensibilidad suficiente con el sector económico productivo más importante y con
la que hemos llamado indeclinable vocación turística del municipio. El tiempo y
los hechos demostraron lo contrario: hubo entendimiento y cooperación, de modo
que la entidad siguió su curso y desarrolló sus actividades, con desigual
éxito, si se quiere, pero en un marco de respeto institucional muy apreciable.
Sufrió también el CIT algún duro golpe como fue aquel incendio
que devastó la que era su sede en la plaza de la Iglesia, anterior oficina de
información turística. También remontó el período posterior hasta consolidar el
actual emplazamiento de la calle Puerto Viejo.
El CIT cumple medio siglo. Es una de las pocas entidades locales
que ha logrado sobrevivir. Y eso ya es meritorio. Por su contribución al sector
y a la ciudad, por esa cantidad de afanes acumulada durante cincuenta años, por
el empeño puesto por quienes han sido sus dirigentes y empleados, claro que se
ha hecho acreedor de esa distinción que aprobará el Ayuntamiento.
Una distinción que ha de servir, sobre todo, como estímulo para
esmerarse en la consecución de los objetivos que siguen latentes.
jueves, 20 de febrero de 2014
LA PENÚLTIMA OCURRENCIA
Es tontería a estas
alturas pedir a determinados representantes del Partido Popular (PP) que, en
ciertas situaciones controvertidas, antes de emitir la opinión que les piden,
deberían contenerse, o sea, no decir nada, o afinar muy bien la respuesta, aunque
al final se aproxime a las coordenadas de la obviedad aplastante. Llevamos una
legislatura en la que abundan exabruptos, absurdos, dicterios o manifestaciones
plagadas de elementos reprobables. Es como una extraña propensión a complicar
las situaciones, a enredarlas: echan más pimienta al pote y lejos de atemperar
o disminuir la tensión, lo que producen es un efecto completamente contrario.
Es lo que ha ocurrido con Javier Imbroda, el presidente de la
ciudad autónoma de Melilla, quien, en plena incertidumbre derivada de los
intentos de centenares de africanos de salvar la valla fronteriza y en plena
polémica por los sucesos de Ceuta, no tiene mejor ocurrencia que aludir a un
comité de azafatas de bienvenida (sic), si los cuerpos de seguridad del Estado
van a verse constreñidos en su actuación.
Imbroda debe ser consciente de lo que significa el fenómeno de
la inmigración irregular, convertido en tragedia humana por un cúmulo de
circunstancias que aconseja actuar con delicadeza a sabiendas de que no es
fácil la solución en la que debe implicarse una estructura global como puede
ser la Unión Europea. Los crudos testimonios y las imágenes desgarradoras
deberían inspirar manifestaciones consecuentes y no gracietas o absurdos como
ese de las azafatas que ponen de relieve hasta la insensibilidad de quien
declara.
La infortunada manifestación del presidente melillense deja a su
propio partido en posición reprochable a la hora de plantear si dispone de
políticas de inmigración o de prevención. Es más, seguro que correligionarios y
simpatizantes estarán sin salir de su asombro cuando se intenta despachar una
cuestión de esta naturaleza. Es que hasta las propias profesionales, las
azafatas, deben sentirse molestas, caramba.
miércoles, 19 de febrero de 2014
UPM. DEPRIMENTE
Todo en silencio. Se huele la indolencia. No hay protestas. E igual los llantos, si los hay, son sin lágrimas. No hay nada. Puede que ni agradecimiento por los servicios prestados. Ni una mísera nota de prensa. ¿Dónde la solidaridad? Hasta parece cercenado el derecho al pataleo. Ni los herederos de los promotores hacen una declaración postrera, siquiera de lamento. La defensa de los puestos de trabajo: suena a chino. Los ejecutores, encantados. Consummatum est.
Es el cuadro, desgarrador, de los primeros despidos de la Universidad Popular Municipal 'Francisco Afonso'. Cunde la desmoralización. Esto se acaba.
En silencio. De forma indolente. Sin una objeción. Aunque las formas sean las menos apropiadas, qué más da. Ni pataleo. No hay nada.
Deprimente.
martes, 18 de febrero de 2014
LARGO RECORRIDO DE LA REFORMA LOCAL
Objetivo: paralizar la reforma.
La tramitación de la Ley de
racionalización y sostenibilidad de la Administración Local va a tener una
secuencia inesperada, algo más que la formulación de enmiendas: la mayoría de
la oposición parlamentaria intentará llegar, bien pertrechada, al Tribunal
Constitucional (TC), con el fin de paralizar y anular la norma que, como se ha
repetido, vulnera los principios de autonomía local.
Estamos ante un hecho sin precedentes en la historia de la
democracia. Es la primera vez que más de tres mil quinientos ayuntamientos de
toda España, que representan a más de quince millones de ciudadanos, recurran
conjuntamente una Ley, en este caso, la que pretende dar un vuelco a la vida
municipal no solo en aspectos organizativos sino en importantes cuestiones de
fondo como es la reasignación de competencias, principalmente en lo que
concierne a la prestación de los servicios mínimos obligatorios.
Se trata, pues, de un conflicto en defensa de la autonomía
local. El proceso va a ser largo y tiene, desde luego, su complejidad. Porque
para materializarlo ante el TC se requiere que un séptimo del total de los
ayuntamientos españoles y que, a su vez, signifiquen un sexto de la población,
lo decida expresamente y por mayoría absoluta. Según los cálculos que se han
conocido, hechos por los promotores de la iniciativa, es preciso que el acuerdo
los suscriban mil ciento sesenta corporaciones locales que representan a más de
siete millones y medio de españoles.
O sea, que los plenos municipales de estos meses van a estar
moviditos con este asunto. Porque la posición del Partido Popular (PP) será
contraria, naturalmente, y eso agitará el debate político. Al menos, servirá
para conocer mejor el alcance de la norma, cuya incidencia antes de los
próximos comicios locales es una gran desconocida para los estados mayores de
los partidos políticos. Es importante reiterar que plantear el conflicto
requiere de mayoría absoluta. Las formalidades se completan con la solicitud
previa de un dictamen al Consejo de Estado que, una vez hecho público, sustanciará
ante el Tribunal Constitucional el conflicto de competencias propiamente dicho.
Además, están abiertas otras dos vías para recurrir la
aprobación de la norma por parte de la mayoría parlamentaria del PP: una, la
que se plasmaría con la firma de cincuenta diputados o cincuenta senadores (en
consonancia con la anterior, parece lógico que también sea una medida
compartida por varias formaciones políticas); y otra, la que pueden utilizar
los gobiernos de comunidades autónomas que interpreten que la Ley invade
competencias que les son propias.
El objetivo, tal como se señaló al principio, es paralizar
la reforma local. No va a ser fácil en ninguno de los casos pero se pone a
prueba, entre otras cosas, la capacidad para entenderse y transar. La oposición
se juega lo suyo en tanto aprieten o amainen los vientos de la mayoría popular.
Pero, sobre todo, es el mundo municipal, quienes lo viven desde dentro, en
primera fila, el que debe dar una respuesta contundente que rechace los que son
claros intentos de restringir la autonomía local, teóricamente garantizada por
la Constitución.
lunes, 17 de febrero de 2014
MEDIOS SIGLO DE TVE EN LAS ISLAS
Cincuenta años dan para
mucho. Son los que ha cumplido Televisión Española en Canarias. Aún recordamos
aquellos comienzos, cuando todavía sin aparato en casa, eran seguidos desde
algún comercio cercano: las primeras informaciones, las primeras transmisiones,
los primeros programas… La televisión, aún en una oferta muy limitada, única
prácticamente, abría las ventanas del mundo y de las islas.
Por
supuesto que hay licencia para la nostalgia pero cualquier balance pasa por el
papel del medio a la hora de vertebrar la sociedad canaria. Así como hemos
dicho que la contribución de Radio Nacional de España, Centro emisor del
Atlántico, ha sido decisiva, no siendo menor la televisiva, sí que ha sido más
cuestionada históricamente: no hay debate ni análisis ni impresión que resista
la inclinación de Televisión Española en Canarias hacia Gran Canaria. O hacia
Las Palmas, como se dice en lenguaje coloquial. Más cobertura, más espacio o
más tiempo para hechos noticiosos que tenían como escenario la otra orilla: esa
ha sido una queja muy extendida, en ocasiones puede que exagerada. Aunque en
nuestra particular opinión, siempre atribuimos buena parte de esa culpa -sin
personalizar- al propio centro de producción de Tenerife, entre dejaciones,
insensibilidad, omisiones y la carencia de una respuesta informativa más activa
o más dinámica.
En
realidad, buena parte de estos cincuenta años ha sido un juego de equilibrios,
de luchas permanentes para librar las peculiaridades territoriales, los
intereses políticos y las presiones que provenían del lado más insospechado.
Interiormente, el desgaste para algunos directores, jefes de informativos y
editores ha sido descomunal. Como que se entiende que no aguantaran.
Pero
gracias a los avances técnicos -la implementación del color fue un auténtico
acontecimiento- y a la profesionalidad general de Televisión Española en
Canarias fue posible conocer mejor las islas, simplemente. Una crónica de
cualquier corresponsal en cualquiera de las islas no capitalinas, basada muchas
veces en recursos que duraban una buena temporada; o la aparición de algún
grupo artístico de esas mismas islas en programas que, como Tenderete, universalizaban lo canario,
supimos qué había en esos territorios. La televisión los acercaba. El
costumbrismo, las inquietudes, los afanes institucionales, los personajes y los
sucesos iban, progresivamente, configurando una realidad social y económica que
los TeleCanarias y el resto de la
producción propia se encargaban de impulsar y consolidar.
La
Casa del Marino, la plazoleta de Milton, la calle La Marina y la avenida Buenos
Aires fueron sedes, en Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, de
los centros de producción de programas de Canarias de TVE. Hasta la moderna
instalación de nuestros días, en la avenida Escaleritas de la capital
grancanaria.
(En
los estudios de la santacrucera calle La Marina, por cierto, hicimos nuestros
primeros pinitos televisivos, aun en blanco y negro. Durante dos veranos
consecutivos, finales de los setenta, sustituimos a los compañeros de deportes:
Calabuig, Díaz Cutillas, Paco Álvarez… Fue una experiencia inolvidable, muy
autodidacta: la pretemporada de la Unión Deportiva, entonces en Primera
división; los torneos veraniegos; las aspiraciones de autonomía de la lucha
canaria; el mundo de la vela latina; los cinturones ciclistas en las islas…
Entonces, comprendimos el valor de una frase común: “Te vi por la ‘tele’).
Cincuenta
años dan para mucho, vaya que sí. Blanco y negro, las 625 líneas, el color,
‘adelante telecine’ y ‘envíalo por teleproceso’, unidades móviles, enlaces, vía
satélite, transmisiones… Se acumulan tantos hechos y tantos métodos de trabajo
como rostros que se hicieron familiares: Carlos Pablo, Luis Zárate, Adela
Cantalapiedra, Rosi Jorge, María del Carmen Alemán -con la que presentamos
algunos festivales artísticos-, José Antonio Pardellas, MariCarmen Iza, Luis
Ortega, Armando Marcos, Paco Montes de Oca, Pepe Martín Ramos, José Manuel
Pitti, Cristina García Ramos… Perdón por las omisiones, totalmente
involuntarias. Excelentes profesionales, por cierto, han quedado registrados
los directores que se esmeraron en hacer un producto televisivo digno.
Medio
siglo, en fin, de poner imagen a la convivencia y al desarrollo de los
canarios. Y de trasladarla al exterior. Ahora que las restricciones y las
dificultades condicionan también planes de futuro, que al menos la celebración
de las bodas de oro sirva para dimensionar la aportación del sello televisivo
al archipiélago primero y a la comunidad canaria.
Por
cierto, un logro de estos cincuenta años: jamás hubo ‘telebasura’.
sábado, 15 de febrero de 2014
INESPERADO ADIÓS DE MANUEL GARCÍA TEJERA
Ha fallecido Manuel García
Tejera, un portuense amigo de infancia y adolescencia, un
amante de la música y del deporte, un hombre tolerante y un trabajador que le
podía a todo. Cuesta creerlo, claro que sí: se le veía bien en los últimos
encuentros, jovial, distendido, bromista… Desde anoche, cuando circularon las
primeras informaciones, ya se había apoderado de todos nosotros, sus amigos, la
inquietud, tornada en tristeza e incredulidad cuando hemos visto su esquela en
las primeras horas de la mañana.
Se ha ido Manolo, sin avisar. Qué palo. Él estaba en lo
suyo, en su trabajo y en su familia. Pendiente del Barcelona y del Sevilla, de
su hijo futbolista, de los sucesos de Venezuela.
De la amistad con Manolo siempre nos quedará su
sensibilidad por la música y por el arte. Con él aprendimos el primer
coleccionismo, aquellas publicaciones deportivas catalanas, “Dicen…” y “Lean…”
que repasábamos en alguna ocasión cuando las memorias discutían y no había a
mano otros recursos de consulta. Era del Barcelona pero compartía amores con el
Sevilla F.C., hasta el punto de que llegó a iniciar la escritura de una breve
historia del club andaluz.
Los de nuestra generación se acordarán de Fans, una revista semanal dedicada a la
música pop y a los artistas que se abrían paso. También las guardaba. Luego
vinieron Mundo Joven y Discóbolo, en cuya lectura nos
enfrascábamos para estar más que actualizados. Era la segunda mitad de la
década de los sesenta: con Manolo descubrimos la Nova Cançó y nos fuimos con Gerardo González Movilla a escuchar en
directo a Francesc Pi de la Serra y a Joan Manuel Serrat.
Fue impulsor de las manifestaciones hippies del Puerto de la Cruz y participó en fiestas y
convocatorias carnavaleras. Estaba al corriente de las modas y tendencias de entonces.
Se marchó a Venezuela donde no fue indiferente a las
necesidades y tribulaciones de unos cuantos paisanos para los que siempre tuvo
algo más que palabras de aliento. Ayudó en lo que pudo al tiempo que defendía
valores y tradiciones tanto canarias como españolas.
Un futbolero empedernido, defensor hasta el tuétano de
las individualidades. Una de las mayores satisfacciones de su vida fue poder
ver a Maradona con la camiseta de los dos equipos que le apasionaban.
Al regreso de Venezuela, emprendió y se estableció con su
hermano Julio en el ámbito de la mecánica y los autorrepuestos. Lo suyo seguía siendo abrir caminos. Siempre
con una actitud constructiva, siempre afectuoso y atento.
De ahí que su fallecimiento haya impactado. Tenemos
razones, desde luego, para recordarle eternamente. Una buena persona, un buen
amigo.
viernes, 14 de febrero de 2014
ENTRE PEDRO JOTA Y WYOMING...
Nos ha resultado indiferente la
salida de quien fuera director del periódico El Mundo, Pedro J. Ramírez. Y eso que, personalmente, podía ser la
baza que durante tantos años hemos aguardado para desvelar un modesto ejemplo,
en carne propia, de cómo se las gasta el
‘animal periodístico’. Pero no: nos da igual. Si era la cabeza que quería el
Gobierno a cambio de campañas publicitarias que se avecinan, que si la
vicepresidenta Sáenz de Santamaría se vengó fríamente después de aquellas
fotos, que si las deudas del grupo empresarial, que si los papeles (aún no
publicados) de Luis Bárcenas, que si el millonario blindaje contractual… Ni
enfría ni calienta, que tenga mucha suerte. Y si quiere seguir haciendo del periodismo
el espectáculo personal derivado de los juegos de poder que tanto le seducen,
estupendo: con su pan se lo coma.
Pero más inquietantes resultan las informaciones que se
suceden en torno a una posible caída de José Miguel Monzón, el Gran Wyoming, conductor del programa El Intermedio (La Sexta TV). Porque, de
confirmarse, se comprobaría que en este país, con este Gobierno, cualquier cosa
es posible. Y que la democracia se resiente. Y que la libertad de expresión
está, cuando menos, condicionada. Y que los medios de comunicación ya saben a
lo que se exponen. Cuando leemos el trueque, nos quedamos estupefactos: la
cabeza del comunicador a cambio de concesiones de trenes de alta velocidad
(Renfe) para el propietario del canal televisivo, José Manuel Lara, un negocio,
según las mismas informaciones, de mil novecientos millones de euros. Ni más ni
menos. Los pelos de punta, sí.
“Ustedes
ya conocen la noticias. Ahora les contaremos la verdad”, dice la fórmula de la
entradilla -muy al estilo identificativo norteamericano- del programa
televisivo. La fórmula, para quienes conozcan el estilo habitual y la línea
crítica del espacio, es muy atinada: anticipa un tratamiento distinto, una
interpretación crítica, irónica y humorística, de los asuntos de actualidad que,
según memorable definición de Carlos Luis Alvarez, Cándido, no existe; se crea,
lo que aquí, en este peculiar producto, en el que han llegado a reírse de sí
mismos, encaja perfectamente.
Consecuentes con aquel viejo aforismo, el humor es cosa
seria, Wyoming y los suyos se han esmerado durante años en ofrecer una
alternativa al sesgo informativo, entre oficialista y propagandista,
imprimiendo a la crítica política un sello propio y sarcástico que traslada al
espectador un constante ejercicio intelectual que genera, a su vez, cuando
menos, una risa sardónica. El Intermedio es
hoy, salvando las circunstancias sociopolíticas y las distancias temporales y
audiovisuales, lo que pudo haber sido La
Codorniz, sobre todo, con el lema de ésta: “La revista más audaz para el
lector más inteligente”.
Porque de audacia se llena el programa, en efecto, con tal
de encontrar aristas cómicas y desenfadadas a informaciones que han ido
sucediéndose teniendo que aceptar su cobertura y su tratamiento según la línea
de cada medio; o a declaraciones de políticos y cargos públicos que dejan
expresiones abiertas a una réplica ocurrente o una precisión satírica. Y algo
más que audacia, diríase que una meticulosa transgresión de la pericia
manipuladora de los recursos tecnológicos, se requiere para esos videomontajes
de imágenes y voces, solapadas y superpuestas, que han llegado a confundir
hasta que, por repetidos, se detecta su auténtico carácter.
Wyoming ha precisado que más que criticar al Gobierno de
turno, lo que hace realmente es aprovecharse del enorme juego que dan otros
medios de comunicación, alguno de los cuales -ha señalado- en un titular ya es
capaz de ofrecer un artículo de opinión. Sin rehuir siquiera los hechos que
pudieran afectar a su casa -la fusión con Antena 3, por ejemplo-, empleando
chascarrillos sobre sus mismas afirmaciones y sobre yerros de compañeros,
aguantando con gestos e interjecciones la capciosidad y los dobles sentidos e
incordiando y cebándose lo justo, el conductor de este programa que empieza a
ser un clásico de nuestra televisión debe ser consciente de que ha elevado su
listón hasta el punto de que para mantenerlo ha de renovar constantemente su
misma vis cómica.
Claro que El
Intermedio tiene que resultar incómodo para el poder de turno. Seguro que
lo será más por el tratamiento humorístico y desenfadado: siempre molestó a la
derecha y a los conservadores que sus tics, sus sesgos y sus imperativos fueran
interpretados en clave de ironía, descaro o bromas ambiguas. Como que quedan
más al desnudo esas debilidades.
Atentos a dos hechos: uno, la capacidad de resistencia, al
socaire de las grandes negociaciones condensadas en un tira y afloja cuyas
interioridades jamás se conocerán del todo. Pero si cae Wyoming, ya sabemos a
qué obedece. El otro: de consumarse lo que se comenta, pues habrán acertado
quienes decían -y dicen- que quieren acabar con todo.
jueves, 13 de febrero de 2014
SENANTE, ADIÓS AL CONSORCIO
Cesa en estos días
Fernando Senante al frente de la gerencia del Consorcio de Rehabilitación
Turística del Puerto de la Cruz, un organismo que agrupa a cuatro
administraciones, concebido en su día para la revitalización de los denominados
destinos turísticos maduros. Entre ellos estaba el Puerto de la Cruz.
Lo tuvimos claro desde el primer momento. Aún no se había
declarado la crisis. El sector privado local seguía igual de aletargado, de
modo que solo la inversión pública podía materializar cualquier intento de
mejora de la oferta, al cabo de un largo ciclo de desgaste que se enfrentaba,
además, no ya a destinos emergentes sino a las potencialidades de éstos en
formas modernistas e innovadoras.
Tan claro estaba que fuimos los primeros en señalar que el
Consorcio era la última oportunidad, el último tren al que subirse para huir
del marasmo, para avanzar, en el caso portuense, no a un esplendor pasado, sino
a un futuro por escribir, lleno de posibilidades a poco que hubiera
racionalidad y voluntad clara de optimizar recursos desde el entendimiento
entre las administraciones públicas y la iniciativa privada. El Consorcio
aparecía, además, con recursos económicos, luego se trataba de hacer las cosas
con fundamento, con un mínimo de pragmatismo que fuera apreciado por el sector
turístico local.
Lo escribimos también: no se trata de que el Consorcio viene
para resolver los problemas enquistados. Era cuestión de creérselo: el actual
gobierno local, abducido por el recelo político, no tuvo demasiada fe ni puso
demasiado empeño. Por fortuna, las medidas que iba adoptando el Consorcio
empezaron a persuadir: no era lo mismo de otras veces, una música que ya los
hoteleros y profesionales conocían y no les motivaba. Paulatinamente fue
presentando credenciales: planes, programas, actuaciones… Hizo que la gente se
sintiera implicada y se pasara del escepticismo a la esperanza fundada. Que se
hablara con rigor de planificación urbanística, de iniciativas de promoción y
de opciones de proyección de un destino turístico con un valor incalculable de
marca, ha servido para valorar el Consorcio como quizá ni alguno de los propios
integrantes esperase.
En todo eso ha estado Fernando Senante, que se tomó muy en serio
su tarea desde el primer día en unas dependencias liberadas en el antiguo
Casino Taoro. Partía bajo mínimos, sin exageración: los recursos humanos
indispensables, las posibilidades de proyectar el trabajo muy condicionadas,
implementar un sistema novedoso y participativo… Se rodeó de buenos técnicos,
conocedores de la realidad turística portuense. Empezó a reunirse, a explicar,
a escuchar, a dimensionar… natural, la labor de un gerente, se dirá. Pero de un
gerente que se identificó con los fines para los que había sido concebido un
Consorcio. Se comprometió con una tarea que, en el fondo, era todo un reto:
levantar el Puerto de la Cruz, revitalizar su condición de destino turístico
diferenciado.
Fue consciente, desde el primer día, de que no iba a ser fácil.
Pero su tesón podía más. Le valía una contrastada experiencia profesional. Y
aún más: una sensibilidad fuera de lo común que le hizo entender lo portuense,
el espíritu de la Ranilla, la singularidad de una población que comienza a
apreciar sus valores etnográficos y patrimoniales. Ahí estuvo siempre atento a
cualquier manifestación, preocupándose personalmente, con la caballerosidad que
le caracteriza, de precisar, matizar o corregir alguna información publicada y
que andaba preña de inexactitud.
Senante deja el Consorcio pero deja también una huella. Deja el
sello de un profesional comprometido que seguro va a seguir amando el Puerto de
la Cruz, tan solo para contrastar que los frutos de su gerencia van a ser
ponderados como se merece. Una gerencia que, en general, ha sido complicada y
para la que no contó, seguramente, con todo el respaldo y toda la convicción de
quienes tenían que prestar.
Pero nadie le discutirá ni la entrega ni la visión ni la
capacidad. A ver si quienes toman las riendas continúan con estas mismas
cualidades.
Suerte, ‘Nano’.
martes, 11 de febrero de 2014
CRUELDAD
La imagen desnuda toda la
crueldad. La crueldad, trufada de insensibilidad y hasta de inhumanidad. La
crueldad de la tragedia. Ahora vendrá la investigación, se sucederán los
informes, se producirá la comparecencia parlamentaria… pero las vidas humanas
se asfixiaron en aguas de Ceuta y las que ganaron la orilla -tanto nadar…-
siguieron su rumbo a lo desconocido, o a la peor de las suertes.
Repasa la secuencia, que hasta todo parece guardar una
ilación que se deshace dolorosamente. Nadie lo ha informado pero debía estar
fría el agua del Mediterráneo, donde la lámina alumbrada por una tenue luz
natural se veía sacudida por las brazadas de quienes querían alcanzar la costa.
Detrás, al fondo, una unidad naval haciendo de escolta. ¿O es una ofensa
escribir esto? Los inmigrantes que lo siguen intentando: ya falta menos. En la
orilla, atentos, vigilantes y armados, efectivos policiales se mueven en la
dirección que, ya a la desesperada, enfilan quienes bracean, buscando pie.
Asombra que nadie extiende una mano de ayuda, que no haya un movimiento
mínimamente solidario. Hasta que alcanzan la costa y lo celebran a su manera:
no saben dónde están, ni siquiera si han llegado a un lugar próximo a la tierra
prometida, acaso el último peaje, se confunden con los efectivos policiales,
algunos elevan los brazos al cielo y parecen dar gracias a su dios, a sus
dioses. No hay mantas ni una bebida reparadora ni una galleta para recuperar
energías pero aún tienen redaños para caminar, ahora bajo la dirección que
marcan quienes les esperaban, en principio, para devolverles al territorio del
que huían o al que no quieren retornar pues temen convertirse definitivamente
en el cero que la civilización occidental coloca a la izquierda. Debía estar
fría el agua del Mediterráneo pero no menos lo era la incertidumbre que para
aquellas personas se abría en esos momentos. Qué crueldad.
Ojalá sirviera la secuencia emitida -se supone que habrá
otras, más completas, los totales, que se dice en el argot- para esclarecer lo
sucedido en el enésimo suceso de pérdida de vidas humanas vivido en el ámbito
de la inmigración irregular, en el mar o en las inmediaciones costeras. Al
menos, quince cadáveres habían sido recuperados. La confusión que envuelve el
episodio merece todas las pruebas y todas las explicaciones que, sustentadas
más o menos en las imágenes visualizadas, apenas servirán para delimitar la
actuación de los miembros de los cuerpos de seguridad.
En todo caso, seamos conscientes de que por muchos muros y
por muchas alambradas, por muchas técnicas disuasorias, incluidas las
concertinas o cuchillas, el hambre y la necesidad avanzan imparables en busca
de resquicios por donde siquiera prolongar la agonía.
lunes, 10 de febrero de 2014
MENOS IMPERATIVOS INAPROPIADOS
Siempre se dijo que en política
y en democracia las formas son importantes. A estas alturas, en plena crisis de
desafección, podía esperarse que ese principio, al menos, mantuviera un cierto
nivel en las relaciones políticas o en el marco de la convivencia plural. Sin
embargo, no ocurre así: entre el pasotismo y la indolencia, entre el coste
social de una descortesía o de una irrespetuosidad y el escaso aprecio a las
formalidades, lo cierto es que éstas cada vez parecen tener menos valor. Es
más, si vas a decir, cuanto más grueso o más altisonante, mejor: aseguras
titulares y no faltarán columnistas y seguidores en redes sociales que, encima,
jalearán el hecho como si de una auténtica hazaña se tratara. Exabruptos,
descalificaciones, términos soeces y hasta insultos comunes ya forman parte del
paisaje cotidiano de la convivencia política.
Hay situaciones, además, que luego nos llevan a razonar de
arriba hacia abajo: si quienes andan en las alturas se conducen de esa manera,
si son los primeros en dar ejemplos contrario de lo que puede esperarse, tan
solo por su representación, qué tiene de extraño luego que en instancias
inferiores, parlamentos autonómicos, plenos de ayuntamientos, foros y consejos
públicos de toda laya, el intercambio de lindezas se suceda sin miramientos. Es
probable que en las asociaciones vecinales que fueron en la transición política
escuela de democracia se respetara más la discusión democrática que ahora. La
misma comparación no se resiste con ciertos programas de televisión.
Un caso reciente, que no es para escandalizar pero bueno…,
es el del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mandando a callar desde su
privilegiada tribuna de la convención del Partido Popular en Valladolid, al
jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. Que el jefe del ejecutivo -da
igual el tono, aunque el tic autoritario no le favorece, aunque lo exhiba entre
los suyos- ordene chitón a quien encabeza una de las principales organizaciones
políticas del país y ostenta, además, una parte importante de la representación
popular, no parece muy apropiado. Un presidente demócrata, y Mariano Rajoy lo
es, debe empezar por hacer gala de talante y de tolerancia: cuántas lecciones
sigue dando Rodríguez Zapatero en ese sentido.
La frase rajoyista tiene un antecedente similar, si
rebobinan un momento: José María Aznar, todavía aspirante a la presidencia del
Gobierno, espetó en la tribuna del Congreso, aquel ‘¡Váyase señor González!’,
de un marcado simbolismo político pero revelador de ese tono de mando que gusta
a la derecha. Entre una frase y la otra, apenas queda la diferencia de una
persona verbal, de un tratamiento si se quiere; pero, en el fondo, el mismo
fondo imperativo, la misma advertencia categórica.
El caso es que mandar a callar, en plena democracia, dicho
tan llano por parte del presidente del Gobierno, no es una cuestión muy feliz
ni recomendable que digamos. Precisamente, lo que la ciudadanía demanda es que
se hable, que se contraste, que se informe públicamente. Está harta de
autoritarismos, de maximalismos, de descalificaciones, de menosprecios… Aquí,
esa frase de Rajoy parece revelar que le molesta lo que habla o dice Rubalcaba:
los asesores debieron tener en cuenta ese hecho antes de darla por buena.
Porque, en efecto, que haya mandado a callar quien durante
esta legislatura ha rehuido el periodismo por un garaje o ha utilizado
procedimientos como la comparecencia en teleplasma, se expone a que le
reprochen. Se lo puso en bandeja al jefe de la oposición para quien resultaba
de lo más sencillo pedir lo contrario al deseo de Rajoy: “Le pido lo contrario,
que hable, que nos explique lo que ha pasado en el PP durante los últimos
veinte años”, clara alusión a la financiación irregular del partido gubernamental,
con casos en plena vía judicial aún no concluida.
A callar: Rajoy por fin tiene su ‘¡Váyase!’, si es que no
quería ser menos. Pero no es esto, no es esto. Con permiso de Ortega.
sábado, 8 de febrero de 2014
INDICADORES DE MEJORA
Hay que
rehuir de toda tentación triunfalista con datos de ocupación turística en el
Puerto de la Cruz dados a conocer recientemente por el Cabildo Insular. No es
querer agriar los registros positivos, de verdad; sino analizar con el máximo
realismo las causas de esa evolución con el fin de desmenuzar las acciones que
se llevan a cabo para lograr su sostenibilidad.
Si
las pernoctaciones aumentaron en 2013 un 3,2%, es que han venido más turistas.
Y en efecto, éstos subieron un 6%.Ello significa un incremento de ingresos
hoteleros de casi el 14%, mientras que los extrahoteleros aumentaron un 10,8%,
compensando de esa manera la disminución advertida en los primeros meses del
año.
Ciertamente,
los números son interesantísimos en tanto rompen, además, una dinámica negativa
o de estancamiento. Y sería muy bueno que las instituciones y organismos
implicados hicieran una interpretación apropiada, un paso más allá de lo que
inspiran una comparecencia pública para ganar un titular favorable.
En
realidad, se trata de contrastar si las iniciativas puestas en marcha para la
promoción del destino y la captación de clientes empiezan a repercutir en los
mercados y a estimular la oferta del Puerto de la Cruz. Quizá aún sea tiempo
insuficiente pero es imprescindible el seguimiento para verificar el peso
sustantivo de los avances y su necesaria continuidad. Por ejemplo, hasta dónde
están repercutiendo las actividades en el espacio público, cuál es el grado de
satisfacción con el que se marchan los visitantes y espectadores. Es primordial
disponer de esa información para saber si se pueden promover otras o se podría
disponer de un calendario anual coordinado que constituyera, en sí mismo, un
soporte promocional.
En
cualquier caso, cabe congratularse: de que vengan más turistas, de que aumenten
las pernoctaciones, de que haya calles pobladas, nutridas y ambientadas, de que
el gasto promedio de estancia también haya subido algo, de que el comercio
parezca menos aletargado… Pero, sin lanzar campanas al vuelo, conscientes de
que aún queda mucho por hacer y mejorar –especialmente desde el punto de vista
actuaciones e inversiones públicas- y de que es necesario perseverar en los
programas ideados para comprobar que estos porcentajes de 2013 responden
ciertamente a los contenidos de aquéllos.
Lo
más importante, acaso, es que el sector privado siga motivado y convencido de
que, o se moja y participa, o el futuro seguirá siendo incierto.
martes, 4 de febrero de 2014
LOCAL ES TODO
Los estudiantes de periodismo
que aún mantienen la esperanza de hacerse con un puesto de trabajo son
conscientes de que es en el ámbito local donde pueden encontrar más opciones.
Local es todo: partamos de ese principio, si bien la naturaleza del hecho
noticioso y el tratamiento que se quiera conferir, harán que cada información
vaya a su sección.
Los veteranos asociamos local a la calle. Que era el lugar
al que había que acudir para encontrar algo que mereciese ser llevado a las
páginas, algo de interés periodístico. La calle se supone que era una fuente,
con escenarios y situaciones de todo tipo que el ingenio del redactor debía
plasmar para interés de un lector que se identificaba con aquel problema de su
calle, con aquel personaje con el que se cruzaba a diario, con aquella
deficiencia que se prolongaba durante meses, con aquella disfunción en la red
de abastecimiento o saneamiento que tenía a aquel sector de la ciudad en
ascuas… hasta que, probablemente, alguien se sentía aludido o avergonzado y
decidía emprender una solución, tuviera o no las competencias, que entonces no
se decían estas cosas.
Había que trabajarse la calle. Y algunos, que odiaban los
sucesos o no le gustaba el deporte o no habían madurado lo suficiente para
hacer mesa de redacción, se lanzaban directamente a su conquista. Había mucho
de aventurero, de descubrimiento, de contraste de una realidad que resultaba
indiferente o indolente hasta que preguntabas, indagabas y empezabas a dar
forma periodística. De la calle, además, se extraían lecciones o experiencias
vitalistas en aquellos horarios intempestivos o en aquel tránsito por caminos
inhóspitos y por lugares de complicada accesibilidad.
Cuando llegó la democracia municipal, la calle (un decir)
fue sustituida por la información institucional. Todo empezó a canalizarse,
incluso en aquellos primeros años en que los gabinetes empezaron a funcionar
sin saber muy bien hacia dónde caminaban. Pero era más fácil buscar información
(perder horas, si se quiere) en la sede de la institución, donde tenías al
concejal o al consejero al alcance, donde había reuniones casi a diario, donde
el protocolo también daba su juego informativo, donde podías vivir en directo inopinadas situaciones de
tensión/discusión entre agentes sociales y responsables públicos. Y además,
había pleno, por lo menos uno al mes. Y había que agenciarse los papeles de
dictámenes o informes. En esa jornada, la del pleno, medio trabajo ya estaba
hecho. La calle dejó pasó a la institucionalidad que también tuvo mucho de
aprendizaje para profesionales que empezaron a curtirse.
Los estudiantes actuales, perfilando ya una salida, saben
que lo tienen crudo, que no será sencillo sortear tantas dificultades. La
crisis ha causado estragos en los espacios dedicados a local. Para colmo, la
irrupción y el desarrollo de las redes de ciudadanía complican la situación: es
otro factor de competencia a tener en cuenta, especialmente en el ámbito de la
calle. Pero esos mismos estudiantes, con
sus planes de estudio, con sus recursos, pueden obtener ahí frutos
apetitosos y hacer de la información local un espacio atractivo en cualquier
época del año.
lunes, 3 de febrero de 2014
GESTIÓN TURÍSTICA
Viene haciendo el sector
turístico portuense un notable esfuerzo con tal de lograr un destino
competitivo. Vivió de las rentas durante muchos años, creyó que su oferta y sus
encantos eran inagotables; en definitiva, se acomodó tanto que cuando se vino a
dar cuenta de las potencialidades del sur y de otras zonas, ya era tarde. Menos
mal que ha subsistido a base de una marca consolidada en el mercado y de los
empeños de la administración pública que ensayó varias fórmulas de promoción
con desigual suerte. Pero no entendió
que había un modelo agotado, que era preciso innovarlo y que eso solo era
posible con una concurrencia activa en iniciativas y actuaciones. Fue demasiado
tiempo viviendo de las rentas y hasta de una larga travesía en indolencias e
inmovilismos.
Por eso,
insistimos tanto en que el Consorcio de Rehabilitación Turística era el último
tren al que la ciudad debía subirse para revitalizar su condición de destino
turístico. Con una oferta alojativa menguante y con una pérdida considerable de
puestos de trabajo, el Puerto de la Cruz dependía de sí mismo para intentar
remontar. Ahora, favorecido por las coyunturas de mercado ha de esmerarse. El
Consorcio lo ha venido intentando: nadie puede discutirlo. Hasta resulta
positivo, miren por dónde, que la parte política haya tenido una actitud tibia,
con un seguimiento de bajo volumen que ha impedido controversias tan dañinas en
la materia, cuando no se razona. Pero no hay que engañarse: aunque resulte difícil
promover, coordinar y ejecutar, por la propia estructura administrativa, por la
conjunción de niveles administrativos a la que tampoco favorece la diversidad
política, es primordial que haya sensibilidad y dedicación de quienes tienen
responsabilidades públicas.
El
Consorcio tiene que afrontar algunas papeletas internas de no fácil solución y
sortear dificultades derivadas de estancamiento funcional. Es cuestión de no
ver interrumpidas las gestiones en marcha, principalmente las encaminadas a
proyectar y desarrollar algunas actuaciones que precisan de garantías de
financiación para culminarlas felizmente. Alguna, como la estación de guaguas, exige concentrar energías e
impulsarlas, una vez contrastada la demanda social y la necesidad perentoria de
una digna puerta de salida y entrada a la ciudad.
De ahí que
el acuerdo alcanzado en la pasada edición de FITUR para convertir la ciudad en
un destino SICTED, esto es, disponer de un sistema que favorezca la experiencia
y la satisfacción del cliente para mejorar la oferta y la gestión que aguardan
los turistas, parezca positivo. Sobre todo, si con ello se logra identificar y
extender el concepto de mantenimiento, una palabra clave en una ciudad de servicios
que, por desgracia, apenas se ha cultivado en algunos campos. Y los tiempos,
como se sabe, no están para que las pocas inversiones que se hagan, a los pocos
meses haya que repararlas o completarlas. Los empresarios que han decidido
incorporarse confirman que el interés existe y que iniciativas tales, de tener
continuidad, servirán para hacer un destino diferenciado. Factores y cualidades
hay. Los afectados, si es que son conscientes de lo que se juegan, deberán
echar el resto.
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