Ha fallecido Manuel García
Tejera, un portuense amigo de infancia y adolescencia, un
amante de la música y del deporte, un hombre tolerante y un trabajador que le
podía a todo. Cuesta creerlo, claro que sí: se le veía bien en los últimos
encuentros, jovial, distendido, bromista… Desde anoche, cuando circularon las
primeras informaciones, ya se había apoderado de todos nosotros, sus amigos, la
inquietud, tornada en tristeza e incredulidad cuando hemos visto su esquela en
las primeras horas de la mañana.
Se ha ido Manolo, sin avisar. Qué palo. Él estaba en lo
suyo, en su trabajo y en su familia. Pendiente del Barcelona y del Sevilla, de
su hijo futbolista, de los sucesos de Venezuela.
De la amistad con Manolo siempre nos quedará su
sensibilidad por la música y por el arte. Con él aprendimos el primer
coleccionismo, aquellas publicaciones deportivas catalanas, “Dicen…” y “Lean…”
que repasábamos en alguna ocasión cuando las memorias discutían y no había a
mano otros recursos de consulta. Era del Barcelona pero compartía amores con el
Sevilla F.C., hasta el punto de que llegó a iniciar la escritura de una breve
historia del club andaluz.
Los de nuestra generación se acordarán de Fans, una revista semanal dedicada a la
música pop y a los artistas que se abrían paso. También las guardaba. Luego
vinieron Mundo Joven y Discóbolo, en cuya lectura nos
enfrascábamos para estar más que actualizados. Era la segunda mitad de la
década de los sesenta: con Manolo descubrimos la Nova Cançó y nos fuimos con Gerardo González Movilla a escuchar en
directo a Francesc Pi de la Serra y a Joan Manuel Serrat.
Fue impulsor de las manifestaciones hippies del Puerto de la Cruz y participó en fiestas y
convocatorias carnavaleras. Estaba al corriente de las modas y tendencias de entonces.
Se marchó a Venezuela donde no fue indiferente a las
necesidades y tribulaciones de unos cuantos paisanos para los que siempre tuvo
algo más que palabras de aliento. Ayudó en lo que pudo al tiempo que defendía
valores y tradiciones tanto canarias como españolas.
Un futbolero empedernido, defensor hasta el tuétano de
las individualidades. Una de las mayores satisfacciones de su vida fue poder
ver a Maradona con la camiseta de los dos equipos que le apasionaban.
Al regreso de Venezuela, emprendió y se estableció con su
hermano Julio en el ámbito de la mecánica y los autorrepuestos. Lo suyo seguía siendo abrir caminos. Siempre
con una actitud constructiva, siempre afectuoso y atento.
De ahí que su fallecimiento haya impactado. Tenemos
razones, desde luego, para recordarle eternamente. Una buena persona, un buen
amigo.
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