¿Y qué se puede hacer?,
se preguntaba un empresario hotelero tras la lectura de nuestra entrada del
pasado viernes 10, titulada Precios
hoteleros ¡Horror! y basada en las
informaciones de agencia que, remitiéndose a fuentes del sector, sitúan al
Puerto de la Cruz como el destino turístico con los precios hoteleros más
baratos de España durante el presente mes de julio. La media: 68 euros por
noche, frente a los 118 de promedio por pernoctación en el país.
La respuesta debe
encontrarla el propio sector. Y a ser posible, con sus propios recursos; sin
que eso signifique renunciar a cooperar con el sector público, apremiándolo y
exigiendo cuando sea menester. Los propietarios y directores de algunos
establecimientos ya lo intentaron en el pasado, con el fin claro de fidelizar
clientela y multiplicar un mensaje distinto de confortabilidad. Pero poco
tenían que ver esas acciones con los niveles de competitividad exigibles en una
elemental estrategia de comercialización. Son estos niveles los que ahora hay
que mejorar, por todo: pero, principalmente, para frenar el malbaratamiento del
producto.
La situación requiere,
además, una respuesta colectiva, de conjunto. Los intentos aludidos fueron casi
a título individual. Ahora, todos deben mojarse. Deben estrujarse los sesos o
pagar a consultores especializados para plasmar y llevar a cabo iniciativas que
hagan la oferta más atractiva en todos los órdenes. Cruzarse de brazos,
nuevamente, equivale a vegetar, a seguir viendo muy lejos el tren de la
competitividad. Que pregunten los empresarios y profesionales si en aquel
Consorcio de Rehabilitación Turística, en el que Fernando Senante hizo lo que
pudo antes de que la paralización y la falta de apoyo municipal lo paralizara
casi todo, queda algún resquicio no para ejecutar alguna acción promocional
sino para culminar alguna planificación y mejorar las condiciones generales de
la oferta hotelera portuense.
En otros sitios, con problemas
que tienen similitudes, la iniciativa privada empieza a moverse. Algunos
hoteleros de Sevilla, por ejemplo, han ideado productos “para hacer más
atractiva la ciudad en verano”. Han logrado la incorporación de firmas
comerciales y atracciones. Y hasta han dado con la separación de ofertas para
niños y adultos. Por otro lado, la Federación Hotelera de Mallorca (FEHM) ha
propuesto al nuevo alcalde de Palma –apenas un mes en el cargo- un plan de
trabajo para impulsar la competitividad y la cualificación de la ciudad como
destino turístico. La FEHM ha llegado a hablar al regidor mallorquín José Hila
de fórmulas para contribuir al dinamismo urbano, de un mayor cumplimiento de
ordenanzas y de incrementar la oferta especializada en restauración.
Bueno, son elementos para empezar a hablar. Y para empezar a
moverse. Es hora de que asociaciones y entidades del sector digan algo, diseñen y compartan
una mínima estrategia. Tanto silencio, tanta inhibición y tanto pasotismo, o
tanta inversión de tiempo en pugnas que luego se desvanecen en las entretelas
de la política, no sirven para nada.
Quizá hoy, en el Club 13, donde se sientan expertos
profesionales y buenos conocedores del medio turístico, aunque unos cuantos ya
estén jubilados, deberían hablar de todo eso. De bajos precios y de sus
consecuencias.
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