El núcleo de la fragilidad de
los medios de comunicación tiene una doble faz: la crisis financiera y la
transformación digital. Esta es la conclusión del ‘Análisis comparativo de la
libertad y el pluralismo de medios en los Estados miembros de la Unión Europea’,
un informe encargado por el Parlamento Europeo (PE) al Centro de Estudios de
Política Europea con el fin de evaluar la incidencia de distintos factores en
la evolución de los medios de comunicación. La libertad y el pluralismo, según
el documento, están hoy por hoy seriamente cuestionados, hasta el punto de que
la falta de independencia ya es algo más que una verdad incómoda.
Señalan los autores que, en mayor o menor medida, en los
países de la Unión “las potencias empresariales se han aliado con los poderes
políticos para ejercer presión en los medios”, de tal manera que “la distorsión
en el pluralismo de los mismos es un obstáculo para el buen funcionamiento de
la democracia”.
Inquietante panorama pues. Medios débiles en el marco de una
crisis financiera que trata de pasar páginas y un proceso de transformación
digital caracterizado por incuestionables avances, la exigencia de la
inmediatez y una progresiva tendencia a la desaparición del papel. Los
pronósticos no son muy optimistas que digamos a resultas del análisis
comparativo: se valora que el recrudecimiento del extremismo político, del
nacionalismo y del populismo en prácticamente todo el territorio de la Unión
Europea genera fundados temores de una propagación viral, por lo que es
fundamental una acción supranacional para mejorar el estado de libertad y el
pluralismo de los medios.
En ese sentido, a modo de recetario, el informe sugiere,
entre otras medidas, que la Comisión Europea designe una comisión de expertos
que formule una evaluación periódica bienal acerca de los riesgos potenciales
para el pluralismo de los medios. La supervisión puede realizarse en el marco
de la Agencia de Derechos Fundamentales o del Estado de derecho. Tal posible
solución aún no está ultimada. Como también habrá que concretar una directiva
específica sobre ayudas estatales al ámbito mediático, tanto de titularidad
pública como privada. Otra iniciativa que se recomienda y que tal como están
las cosas debería ser muy productiva: el desarrollo de proyectos educativos que
permitan sustanciar, a medio y largo plazo, el objetivo de construir, bajo
diseño y supervisión de las instituciones europeas, “un sistema de medios libres, pluralista y
democrático”.
Se trata de evitar concentraciones e intereses
político-empresariales, ganar independencia y garantizar la libertad de
expresión y el pluralismo. Casi nada.
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