Llegaba
la primavera del presente año y tanto el Partido Popular como
Ciudadanos la saludaron haciendo públicas sus voluntades comunes de
regenerar las instituciones y poner freno a la corrupción política.
En medio de un clima de escepticismo, la iniciativa servía para
acercar posiciones políticas y anticipar la convergencia de ambas
formaciones en asuntos que, en cualquier caso, requerían del
consenso con otras organizaciones políticas.
Meses
después, se acaba el verano, y hubo de ser en un debate, otro más,
sobre el estado de la corrupción, donde Ciudadanos toma la delantera
para anunciar que el próximo lunes propondrá en el Congreso la
limitación de mandatos del presidente del Gobierno, una de las
medidas pensadas en aquel paquete primaveral.
Más
allá de las manifestaciones de los portavoces parlamentarios, el
anuncio hecho por el presidente de la formación 'ciudadana', Albert
Rivera, ha sido de las pocas noticias surgidas en el debate. Limitar
a ocho años o a dos mandatos el ejercicio de presidente
gubernamental es, en caso de materializarse, un avance para que la
democracia gane en calidad. Habrá que despejar algunas dudas desde
el punto de vista constitucional pero, curiosamente, es una de las
cosas que concentra mayor identificación en los sectores sociales,
da igual su extracción. Hay, en efecto, una opinión muy extendida
de que ocho años es un período más que suficiente para que un
presidente cumpla con sus propósitos y sus proyectos, reválida del
cargo mediante. La relatividad, ya saben: mayoría absoluta o alianza
con otros partidos.
Hecho
el anuncio -que igual suena a desmarque de Rivera y los suyos- ahora
hay que dar el paso. El lunes se sabrá el alcance de la iniciativa
de Ciudadanos. Y se verá si otras formaciones, como PSOE y Podemos,
apoyan o dan largas alegando lo que sea. España precisa de reformas
democráticas: este es un elemento común de los discursos de los
partidos. Parece que ha llegado el momento de acreditarlo si es que,
de paso, quieren poner blanco sobre negro alguna prueba de motivación
para que la desafección política empiece a menguar. Será difícil.
Pero
bueno, hay que intentarlo y el primer paso está dado. Habrá que
contrastar la firmeza de los siguientes pues se dilucida si la medida
afecta o no al mismo Mariano Rajoy. Además de la duda
constitucional, se suscita otra relativa a la modificación de la Ley
del Gobierno. Y ya puestos, pensando en un más amplio espectro de
regeneración, hasta en la reforma de la ley electoral. ¿Qué dirán
socialistas y podemistas? ¿Y los partidos minoritarios? ¿Serán
capaces de mantener una cierta coherencia para luego actuar en
comunidades e instituciones donde gobiernan?
Ciudadanos
ha dado el paso. El debate está abierto. Miren que se trata de
regeneración democrática: el envite es serio. A ver si están a la
altura.
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