El
fútbol está aquí de nuevo, con solución de continuidad, pese a
todas las circunstancias concurrentes. El fútbol abre brechas
colosales como esa del importe del traspaso de Neymar, ahora
deslumbrante en París, por importe de doscientos veintidós millones
de euros, cláusula de rescisión mediante; y la supresión de las
ayudas económicas que concedía la Federación Interinsular
Tinerfeña de Fútbol a los clubes que habrían de afrontar
desplazamientos entre islas en sus respectivas competiciones, hecho
que significará una auténtica convulsión hasta hacerlas peligrar
pues cabe dudar que los afectados estén en disposición de hacer
frente a todas esas obligaciones.
Ahí
está la brecha. Un mercado para el que no hay límites y que
resuelve los problemas del negocio a base de inextricables
operaciones económico-financieras que ponen al desnudo los hilos de
habilidades ingenieriles y múltiples aristas sobre la ética en ese
mercado, en las estructuras sobre las que está asentado y en las
influencias en los comportamientos en esa sociedad a la que da igual
cien que doscientos millones. La falta de escrúpulos hace todo lo
demás. ¿No va a haber corrupción? Pues claro que sí. El mercado o
el negocio es un círculo vicioso que quiere escapar a controles del
fisco o de los órganos que sea. Claro que vale todo. Hasta que
alguien pincha, se desvía, incumple o infringe y entonces las aguas
turbias se agitan y despiden un olor nauseabundo que se tapa con otro
fichaje, con el incremento de los derechos de imagen, con la
insostenibilidad de algunos cargos ejecutivos y con más
merchandising. ¿Quién dijo
ética? Que ruede el balón.
Difícil
será que lo haga en el fútbol tinerfeño de base. Esa es otra
brecha cuya profundidad no es mensurable hasta contrastar las
consecuencias derivadas de la eliminación del cincuenta por ciento
que muchos clubes percibían para poder competir estre islas o,
incluso, viajar a la península. Poco menos que un cataclismo. La
Operación Soule de
policía y tribunales para sanear los entresijos del fútbol español
ha desencadenado vientos muy desfavorables. Como siempre, pagan los
menos pudientes, los más necesitados. La comunicación federativa a
los clubes justifica la medida debida “a la excepcional situación
que se está viviendo en el seno de la Real Federación Española de
Fútbol”. Casi nada. Con razón, nada más ser conocida, sonaron
tambores de retirada de equipos de todas las categorías. La brecha
ahonda en tanto afloran desde autos judiciales contundentes
tratamientos de favor y propiciadores de desequilibrio.
Unos con tanto y
otros con tan poco. Esos son los demoledores efectos de no saber
administrar o de gestionar al estilo compadre sobre bases
artificiales, sospechando que en las entrañas del negocio, allí
donde la palabra ética está proscrita, los vicios avanzan
incontenibles pudriendo el sistema aunque se beneficien unos pocos.
Las brechas están
ahí. A la espera de su majestad el gol.
P.S.
Muy recomendable la lectura de una entrada de Jesús Bengoechea en el
sitio digital La Galerna. El titular es significativo: “Lo más
grave de Villar podría estar por salir”.
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