No es que aporte muchas novedades el último informe del
Centro Atlántico de Pensamiento
Estratégico (CAPTE), centrado en la evolución del sector turístico, pero
siempre es positivo contrastar que las apreciaciones que se van sustanciando
están revestidas de un valor científico que debe tenerse muy en cuenta para
afrontar el futuro. El CAPTE viene a ser un ‘think tank’, un núcleo o tanque de
pensamiento, un laboratorio de ideas en el que empresarios, técnicos, expertos
y profesionales se han propuesto debatir y aportar soluciones innovadoras a las
necesidades y demandas de Canarias. En su declaración de principios, dice estar
al margen de ataduras políticas o empresariales y que quiere participar para tales
fines buscando el bien común y el interés general.
En el
estudio que nos ocupa, sigue en un primer plano el concepto de la
competitividad de nuestra oferta turística. El trabajo advierte que continúa
siendo baja, pese a que los registros estadísticos más recientes (afluencia,
estancia y gasto) sean muy favorables pero que obedecen más a razones
coyunturales si se tiene en cuenta la inestabilidad de destinos competidores.
La primera conclusión, por tanto, es mejorarla, porque si la normalidad en
éstos vuelve a primar, será difícil mantener ciertos niveles como el de
ocupación. El CAPTE insiste en que si el turismo representa el 30% del Producto
Interior Bruto (PIB) y el 34% de quienes han hecho de él su medio de vida, es
indispensable que los sectores público y privado actúen responsablemente, con
pragmatismo y con una visión lo más clara posible de lo que debe hacerse con
tal de seguir ocupando posiciones de liderazgo en el concierto de la
productividad económica y de los mercados internacionales. O lo que es igual:
hacer sostenible la bonanza.
La
competitividad turística, entendida por algunos autores como el poder de
atracción y satisfacción de la oferta en relación con los destinos o espacios
competidores, obliga a esmerarse en materias como las infraestructuras, la
modernización o innovación de la oferta alojativa, las dotaciones de ocio y la
calidad del servicio que se presta. Conceptos como la seguridad ciudadana, que
engloba la médica o atención sanitaria, los precios (se trata de evitar el
malbaratamiento del producto) y la adecuada dimensión del factor climático en
cualquier iniciativa de promoción, son determinantes en las conclusiones del
informe para encarar el porvenir turístico con solvencia.
A todos
estos factores habría que añadir la opción de nuevas inversiones, que estarían
centradas en proyectos y actuaciones de usos lúdicos, recreativos o
comerciales, antes que en la construcción de nuevas edificaciones hoteleras y
extrahoteleras. Claro que los promotores se lo piensan, aunque no deberían
temer tanto a las regulaciones pues, aunque no lo parezca, van en su propio
beneficio y a favor del interés general. Solo así se evitan desmanes, junglas y
aprovechamientos. La competitividad también se enriquece con un ordenamiento
sólido.
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