La alcaldesa de Barcelona,
Ada Colau, en imágenes: en primera persona, educadamente, explicando a unos
jefes militares que no eran bien vistos en la feria de la enseñanza Barcelona,
donde había un ‘stand’ del Ejército. Como casi todo lo de Catalunya,
últimamente, otro desatino. Pero bueno, a ver quién y cómo se frena el galope
soberanista. Si no le hacen caso a las instituciones del Estado de derecho, no
esperemos resultados positivos de una irrefrenable pretensión y de un diálogo o
negociación inexistente. Eso sí: como hay que abonar el gasto sanitario, no
importa invocar la ley menospreciada. Hasta las tripas del Partido Popular
catalán se han revuelto con una entrevista en el aeropuerto del Prat entre el
ministro De Guindos y el vicepresidente económico de la Generalitat, Oriol
Junqueras. No le queda nada al Gobierno entrante…
Pero volviendo al principio:
la alcaldesa, que se resiste a abandonar del todo el papel de activista, afirma
que hay que separar los espacios y que como ayuntamiento, “preferimos que no
haya presencia militar en la feria”. Pero el Ejército no estaba allí como si de
una operación se tratare, como si hubiera querido colarse para ocupar
territorio enemigo. Ni muchísimo menos. Hay un convenio firmado en 2008 con la
promotora Fira de Barcelona para
exponer, como cualquier otra firma o institución, productos que puedan
interesar a los visitantes. Por lo tanto, se trata de hacer cumplir el
convenio.
Pero, claro: cuando menos,
tras lo ocurrido, habrá que replantearlo pues el pleno del Ayuntamiento aprobó
recientemente una declaración institucional orientada a determinar la
eliminación del Ejército de esta convocatoria “para favorecer los estudios
educativos libres de armas”. Algo similar ocurrió ya, ¿recuerdan?, en La
Orotava, donde el pleno (con los votos en contra de PP y PSOE) declaró al
municipio desmilitarizado.
Estos desaires, digan lo que
quieran decir allá y aquí, no son bien recibidos por la población. Claro que la
institución militar merece un respeto y siempre hay formas para sugerir o
desaconsejar su presencia. Es más: hay que guardarlas obligatoriamente. Tan
solo el papel de representación de España en misiones humanitarias y de auxilio
en zonas de conflicto o el de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en
incendios, catástrofes o emergencias se ha ganado con creces un reconocimiento
en amplios sectores de la ciudadanía. Sin entrar en más pormenores y sin
necesidad de abrir debates de otra naturaleza: un respeto, que saldremos todos
ganando.
Pero la vorágine catalana
lleva tiempo incontrolada. Y lo que nos rondará, españoles.
1 comentario:
Muy cierto lo expuesto por Salvador. Vivimos tiempos caracterizados por la demagogia, la superficialidad y una falta de respeto difíciles de entender.
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