Podemos
empieza a amontonar reveses, aumentando los recelos incluso entre quienes
mostraron hasta hace poco apoyo fervoroso. Seguro que quienes han recibido
cálidos elogios por las estrategias de comunicación de esa formación política,
reflejadas en no pocos números para la galería y consiguientes impactos
mediáticos que contribuyeron a incrementar los respaldos populares, están
haciéndoselo mirar, salvo que les dé igual cualquier reacción adversa, que
también puede suceder. A ver si van a fenecer del éxito que labraron en
tertulias, platós de televisión y productoras que deslumbraron en la red.
Lo cierto es que no todo empieza a ser
de color rosa para la formación antisistema que reivindica un lugar en los cielos,
eso sí, de igual a igual, aunque aquí se sabe bien quién ha de marcar el paso.
Se oscurece el horizonte cuando la
alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, habla por la mañana del error que
significaba no haber apoyado la investidura del candidato Sánchez y horas
después es obligada -de no ser así, no hubiera hecho la segunda manifestación-
a matizar ni más ni menos que leyendo el brevísimo texto que le habían
preparado… para que no hubiera dudas. De todos los trances que Carmena ha
tenido que afrontar desde que accedió a la alcaldía capitalina, ninguno tan
amargo y tan visiblemente incómodo como éste. Lo ocurrido, desde luego, desvela
hasta ciertos métodos totalitarios para reconducir las situaciones, al mejor
estilo centralista para lograr la unidad de imagen o de discurso.
Y luego viene lo del ex fiscal
Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, eurodiputado que ejerciera durante
unos meses con la formación podemista. Discrepa Villarejo con la estrategia
seguida desde las elecciones del 20 de diciembre pasado y con el voto negativo
en la sesión de investidura pues, en su opinión, lo consecuente era la
abstención. Total, que mediante carta dirigida a Pablo Manuel Iglesias, no
contestada, se consuma la desvinculación definitiva del ex fiscal, ya iniciada tras las elecciones autonómicas -no
plebiscitarias- de Catalunya en septiembre de 2015.
Tendrán que hacérselo mirar en Podemos y
revisar algunos planteamientos pues los tratamientos mediáticos también entran
en fases de hibernación y entonces es más difícil colocar los mensajes. La política podrá tener su vertiente de
espectáculo pero la población se cansa porque lo que quiere son hechos,
soluciones y no gestos.
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