El turismo peninsular era, en el pasado, codiciado objeto de
captación. Especialmente, en verano. Fue el Puerto de la Cruz el primero que
entendió esa característica y lanzó unas iniciativas promocionales muy
provechosas que favorecieron el mantenimiento de una muy estimable cuota de
mercado. Hasta el punto de que, llegado el otoño, se decía que “los
peninsulares han salvado la temporada”.
Otros destinos se percataron de la importancia y se lanzaron
a la búsqueda de españoles, sobre todo esgrimiendo la tarjeta de la novedad en
el contexto de sol y playa. Nuevos hoteles, nuevos atractivos, nuevas opciones
y hasta nuevas ofertas.
La crisis obliga a esfuerzos considerables para alcanzar
objetivos similares. Pero la marca ‘España’, y dentro de ella, ‘Canarias’, se
está viendo muy condicionada. Asistimos, entonces, a una pugna abierta con tal
de ver quién desprestigia más, a favor de determinados intereses. Hasta el
ministro Soria ha hecho una recomendación pública en la que, por cierto, pudo
haberse ahorrado lo de los mosquitos pues no es oro todo lo que reluce en
destinos turísticos españoles e insulares.
Hablan en otras latitudes de incendios peligrosos, de turismo
de borrachera y hasta de turistas desatendidos en centros hospitalarios. Entre
las exageraciones, las deformaciones y las ganas de atizar, el problema se
complica. El Cabildo Insular de La Gomera ha tenido que hacer pública una nota
explicativa del alcance de sus pavorosos incendios para tratar de salvar el
turismo naturalista que ha venido consolidando a lo largo de los últimos años.
Y nos consta que en la patronal hotelera de Tenerife y provincia, ASHOTEL,
siguen haciendo gestiones para intentar paliar efectos tan negativos de
informaciones tergiversadas en destinos emisores.
Claro que el asunto inspira preocupación. Que el principal
sector productivo de la economía se vea amenazado por tantas circunstancias
adversas reviste la natural inquietud que se agrava porque no es fácil
contrarrestar las consecuencias anulando los clichés que se configuran con
cierta facilidad.
Pues que se esmere el sector para ir superando estas
adversidades. Esta batalla de y tú más con tal de desprestigiar o desacreditar
hay que “jugarla” con inteligencia y aprovechamiento positivo de los recursos.
De lo contrario, la espiral de gravedad crecerá no se sabe
hasta dónde.
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