Primeros timbres de alarma, empresarios
removiéndose en sus asientos, cifras y porcentajes en recesión, políticas poco
sensibles… El sector turístico anda desconcertado entre unas cosas y otras pero
principalmente porque advierte que entre disminución de la inversión pública,
recorte de consignaciones presupuestarias e incremento de impuestos la cosa no
marcha. Y eso que “el turismo va a ser política de Estado”, frase dicha por la
vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando el ejecutivo
aprobó el Plan Nacional Integral de Turismo (2012-16). En ese momento, los
prebostes que más habían apremiado para que por fin el turismo tuviera rango
ministerial creyeron que se cumplían sus designios, que la cosa iba en serio…
hasta que han comprobado que no es orégano todo lo que puebla el monte del
negocio.
La
Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur), por ejemplo, se queja de la
reducción de las partidas de promoción turística en los Presupuestos Generales
del Estado 2013 que se queda en 21,3 millones de euros frente a los 35 del
presente ejercicio y los 76 del año pasado. En tres años, el desplome en este
capítulo alcanza el 72%. Quienes incluyen este concepto en el contexto de la
“marca España” ya tienen un motivo más de preocupación.
Otra
prueba, que ya describimos hace unas semanas, es la reducción operada en los
programas de turismo para mayores que tan buenos y rentables resultados han
venido aportando para algunos destinos a lo largo de los últimos años. Hasta un
34% menos en los viajes del IMSERSO bien es verdad que se trata de partidas
presupuestarias del ministerio de Sanidad.
A
menores recursos presupuestarios, más impuestos. Esto no les cuadra a los
empresarios. O esto no es lo que aguardaban, de ahí que empiecen a insistir en
medidas alternativas, como la de los incentivos fiscales que compensen la falta
de fondos. Por supuesto, mientras se mantengan estas tendencias, nada de generar
o conservar empleo. Y es que mientras se pueda argumentar que suben el IVA o el
IGIC, que las tasas aeroportuarias se han elevado hasta un 18% en dos años y
que para segmentos especializados como parques temáticos, ocio nocturno o
turismo de golf se ha registrado un incremento de ocho puntos, del 13 al 21%,
las conclusiones que se obtengan sobre el presente y el futuro del sector se
tiñen de oscuro. No es lo que el empresariado esperaba, desde luego.
De
ahí que empiece a negar que 2012 sea un buen año para el turismo. Desde alguna
organización patronal, en efecto, se han escuchado voces en el sentido de que
las interpretaciones que se hacen sobre que se está sorteando la crisis con
buenísimos registros en los tres primeros trimestres del año, “nos estén
engañando a todos”.
Hablar
entonces de competitividad, de innovación y cualificación turística, de
promociones vanguardistas y de mejora de la oferta o de los productos parece,
cuando menos, bastante arriesgado. Está claro que faltan estímulos a la
actividad.
Y
eso que el turismo iba a ser política de Estado.
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