Fue integrante de aquel Puerto Cruz llamado “el pequeño Real
Madrid”, el equipo que brilló en el fútbol regional después de lograr un
controvertido ascenso a la Primera categoría. Cuentan que empezó jugando como
delantero hasta que alguien -puede que Roberto Hernández Illada-descubrió sus
cualidades como defensor, especialmente a la hora del cruce, y ya se consolidó
en esa línea, bien lateral bien central. Era contundente, recio, con una
personalidad en la cancha que se advertía apenas saltar a ella.
Tomás
Galindo Ríos sobresalió, en efecto, en el C.D. Puerto Cruz de los sesenta.
Aunque también protagonizó un sonado traspaso a la U.D. Icodense, hasta el
punto de que aquel fichaje fue considerado como el que rompió las reglas no
escritas del fútbol regional, en el que se jugaba mucho por amor a los colores
y se basaba, naturalmente, en valores de la cantera. Un empresario de la ciudad
del Drago quebró esa línea e incorporó a Galindo y a otros jugadores, incluso
procedentes de Gran Canaria, abriendo de hecho un mercado que hasta entonces no
existía como tal.
Galindo,
junto a Tito en la portería y flanqueado por Alberto Hernández y Elfidio García
para completar la defensa, destacó por su contundencia. Era expeditivo,
elegante y muy seguro en el juego aéreo. Fue titular indiscutible con varios
entrenadores pues era uno de los garantes defensivos, tanto en El Peñón como en
otros campos.
Se le
atribuye una curiosa anécdota. Se jugaba en Los Cuartos un Orotava-Puerto Cruz
de plena rivalidad. Con el marcador igualado y los ánimos muy caldeados, los
portuenses se adelantaron en el marcador y el juego se endureció. Del Pino
recibió una dura entrada, Venancio Martín salió a atenderle y cuentan que
Galindo se acercó al banquillo y se dirigió al entrenador con una pregunta que
escucharon incluso los espectadores más próximos:
-¿Desentierro
el hacha don Godoy?
Godoy era el
célebre entrenador de Las Palmas que revolucionó el fútbol local. Le recomendó:
-¡Hombre,
Galindo! Aguante un poco.
Pero
comoquiera que seguían las entradas duras entre los futbolistas y cuando se iba
a lanzar un córner, el jugador se dirigió de nuevo al banquillo casi
implorando:
-¡Déjeme
irrrr, don Godoy! Déjeme…
Una vez
retirado, siguió jugando en equipos de aficionados en los que, aún mermado de facultades,
aportó su seriedad y su experiencia.
Galindo
falleció ayer en su ciudad natal. Hoy recibirá cristiana sepultura en el
cementerio católico de San Carlos. Descanse en paz.
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