La instalación de un mercadillo, o de unos
mercadillos, en plural, pues igual la cosas está diversificada pensando en
rentabilidades, ha sido una de las controversias no resueltas en la ciudad en
esa pequeña constelación de asuntos domésticos que trasciende por su evidente
carácter visible.
Fue
Diario de Avisos el que publicó una
información que ya adveraba algunas irregularidades. Cuando menos,
irregularidades. Emplazamientos, organización interna, características de las
licencias de autorización -si es que existían-, precios públicos que debían ser
abonados, superficie de ocupación, contenidos de venta, actividades
suplementarias… en fin, todo un procedimiento que, en teoría, requiere un
expediente bien montado en el que debe primar la transparencia. De aquella
información se desprendían claroscuros que todavía inspiran incertidumbres. Por
ejemplo, se cuestionaba el informe que, al respecto, había elaborado la policía
local. Otra cuestión: ¿llegó el
Ayuntamiento a formalizar algún ingreso y en concepto de qué? El asunto tiene
su importancia ya que llega a tener una cierta repercusión en la actividad
social y económica de la ciudad y de hecho mereció alguna pregunta en el pleno
de la corporación local; pero no pasó de ahí, de ese limbo que forma parte del quehacer
municipal pero que no cobra mayor trascendencia.
Dos
informaciones más, publicadas posteriormente, revelan que la polémica sigue
latente. Las conclusiones son: que hay unas expectativas, incluso con el género
de venta aprovechando las fechas navideñas ya pasadas, que no se han visto
satisfechas. Que la concejalía directamente responsable, por las razones que
fuese, no ha sabido o no ha podido canalizar adecuadamente la solución al
conflicto. Que deben existir diferencias de criterios entre dicha concejalía y
la competente en otras materias, ejercida directamente por la alcaldía. Que los informes policiales deben contener
filigranas para sortear vericuetos y vacíos de ordenanzas. Que pasa el tiempo,
en fin, y los mercadillos empiezan a aletargarse, sin que parezca existir mucha
voluntad política de reactivarlos y de fiscalizar su montaje, tarea que
corresponde, por supuesto, a los grupos de oposición.
A
ver si el episodio, entre dudas, indecisiones y oscurantismos, depara algo más.
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