Siete puntos bajó en un mes la
preocupación de los españoles por la corrupción. Es uno de los datos relevantes
de la última entrega del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Solo el
paro figura por encima, en tanto que aumentan en dos puntos (del 10,2 al 12,1%) quinto lugar del listado; y hacia la
educación que, en séptima posición, pasa del 7,1% al 9,5%.
Sobre la encuesta hay que aclarar que el
trabajo de campo fue hecho entre el 2 y el 11 del pasado mes de febrero, cuando
no hubo nuevos sobresalientes casos de
corrupción. Eso podría explicar el descenso de los porcentajes de preocupación
por tal fenómeno, tan extendido. De la misma forma que, en ese período de
tiempo, se registran las masivas protestas de los enfermos de hepatitis C y la
comunidad educativa, con la Conferencia de Rectores en cabeza y el respaldo de
muchas comunidades autónomas, desaprueba la medida que afecta a los estudios
universitarios al establecer carreras de tres años y másteres de dos, los dos
hechos influyen en la percepción ciudadana sobre tales materias.
El desempleo, hay que consignarlo, sigue
siendo el primero de los problemas. Pero desciende ligeramente, un punto, hasta
situarse en el 78,6% para la población encuestada que vaticina una situación
política igual o peor después de las próximas elecciones generales, bien es
verdad que siete puntos menos (56,6%) que en la última consulta. Un 22.6% cree
que esa situación será mejor.
Factores incidentales al margen, y
respetando lo que analistas y sociólogos señalen sobre esta nueva entrega del
CIS, no parece bueno que los españoles se desentiendan tan fácilmente de
problemas como la corrupción. Sus respuestas revelan, en el fondo, la frágil
memoria y qué fácilmente se evaporan aquéllos de sus horizontes. Puede que los
estrategas del partido gubernamental conozcan bien esas debilidades y traten de
explotarlas a su favor, máxime en las proximidades de fechas electorales. En
realidad, todas las organizaciones políticas habrán de manejar con cuidado
estos datos y seguro que convergen en que los asuntos que no se aireen en los
medios de comunicación difícilmente tendrán el recorrido que desearían para las
bazas que habrán de manejar.
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