Día clave para el Reino Unido y
para la Unión Europea. Deciden los británicos en las urnas si permanecer o no
en una estructura fundamental para los equilibrios continentales y universales.
No es una decisión cualquiera: su repercusión, en todos los ámbitos, será
determinante para el futuro.
Que haya tensión es bastante
consecuente a la vista de las incertidumbres que la consulta en sí misma ha
desatado. Los mercados bursátiles han venido atravesando horas dramáticas:
hasta se habla de una caída del 23% en las bolsas en caso de que triunfe la
opción de salirse de la Unión.
Inquietud también en Canarias.
Primero, para el negocio turístico. Los operadores necesitan horizontes
despejados y estabilidad para la planificación y promoción. Y después, para los
propios británicos residentes en las islas, a quienes quedarse fuera del
territorio de la Unión les puede causar unos trastornos considerables.
Cuarenta y seis millones de
personas decidirán. Esta es la pregunta que deben contestar: “¿Debe el Reino
Unido permanecer como miembro de la Unión Europea o debe abandonar la Unión
Europea?”. Bastará la mayoría simple, entre permanecer y abandonar, para
validar el resultado.
A eso de las cinco de la
próxima madrugada ya se sabrá lo que han decidido los británicos. De ellos
mismos depende.
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