Titulares de la prensa venezolana:
· “Venezuela tiene un déficit
de diez mil farmacias” (Diario 2001).
· “Una familia necesita
dieciséis salarios mínimos para comer” (El Nacional).
· “Vamos a tomar todas las
calles”, dice Jorge Rodríguez, dirigente del PSUV (Últimas Noticias).
· “En el Zulia han cerrado tres
mil quinientas empresas” (Versión Final).
· “Economía a la deriva” (La Razón).
Y mientras tanto, el secretario
general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro,
proclamando el “final de la democracia” en el país, a cuyo gobierno calificó de
“régimen”, y concluyendo que la
situación que se vive en Venezuela es de “tiranía”. El gobierno que preside
Nicolás Maduro no se quedará callado; al contrario, seguro que replicará para
hacer más ostensibles las diferencias que desde hace tiempo mantiene con
Almagro que va más lejos al afirmar que en la república sudamericana “hoy no
rige ninguna libertad fundamental ni ningún derecho civil o político”. El
propio Maduro ya ha alertado que Almagro pretende, poco menos, que una
intervención extranjera en el país.
El caso es que la crisis
venezolana se prolonga. Crisis institucional, social y económica. La tensión
tampoco disminuye: el próximo 1 de septiembre se anuncia una marcha en demanda
de un ajuste del calendario del referéndum revocatorio del mandato de Maduro,
convocada por la oposición. Desde las filas oficialistas ya se habla y se
convoca la contramarcha. ¡Para el mismo día! Todo da a entender que estamos
ante un callejón sin salida y que los horizontes son muy oscuros. Desde aquí se
percibe un país fracturado, con problemas internos de profundo calado -en seguridad
y abastecimiento, sobre todo- y con síntomas claros de aislamiento
internacional. Los titulares de prensa son reveladores. Y las declaraciones del
secretario general de la OEA, no menos ilustrativas.
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