En
la entrada precedente, señalábamos una de las conclusiones del
informe de The Shopping Tourism Institute referido
al turismo de calidad: el Gobierno debería implicarse de lleno
trabajando en la promoción de España como destino de compras. Esta
modalidad, según el documento, se basa en un turismo urbano que
frecuenta las ciudades durante todo el año y, por tanto, impulsa el
comercio, rentabiliza las inversiones efectuadas en grandes
infraestructuras y atrae inversión hotelera. En definitiva, apuntala
al turismo como mayor fuente de desarrollo económico y social en
España.
Ahora,
es precisamente la Confederación Española de Comercio (CEC) la que
aporta datos reveladores: aún admitiendo que el turismo de compras
sustancia un turismo de calidad que puede y le gusta gastar, pasa de
largo por el pequeño comercio que solamente capta uno de cada diez
euros que los viajeros se dejan en el país. Naturalmente, hay que
diferenciar entre las pequeñas y medianas empresas (pyme) y las
grandes firmas o cadenas. Según la CEC, el gasto turístico en
compras que repercute en las primeras es , aproximadamente, de un
diez por ciento. Evidentemente insatisfecha, la patronal del pequeño
y mediano comercio admite el reducido impacto debido a “la
naturaleza intrínseca del turismo de compras”.
Los
turistas que van de tiendas parecen tenerlo claro: prefieren las de
moda, las de complementos, las de joyería y relojes. En ciertos
destinos, también interesan las de tecnología. Claro, son los
segmentos comerciales en los predominan las más destacadas marcas.
Llama la atención entre las apreciaciones de la CEC que el sector
tampoco se beneficia de las llegadas de los cruceristas ya que estos
·”suelen contratar paquetes vacacionales cerrados, por lo que su
gasto en compras en los países de paso es reducido y concentrado en
ejes comerciales dominados por las firmas más populares”.
En
definitiva, el pequeño y mediano comercio tiene que hacérselo mirar
para no perder otra batalla de las que han caracterizado la evolución
del sector durante los últimos años, cuando la globalización, la
reestructuración, la expansión de las ciudades y los soportes de
promoción han hecho muy complicada la subsistencia, hasta el punto,
en una suerte de pugna de David contra Goliath, de que han
desaparecido multitud de comercios que eran un medio de vida para
muchas familias y hasta núcleos que basaron su 'modus operandi' en
métodos tradicionales y convencionales que, con el tiempo, se
revelaron como totalmente insuficientes para competir.
Pese
a todo, el presidente de la Confederación Española de Comercio,
Manuel García Izquierdo, no arroja la toalla. Dice que el pequeño y
mediano comercio, igual que la gastronomía, la cultura o el estilo
de vida, es uno de los atractivos que ofrece España, razón por la
que también estima que el futuro Gobierno debe mojarse, con planes e
incentivos que se desarrollarían, según apunta, en los países de
origen de los potenciales visitantes con el fin de que ya vengan
informados y conozcan alternativas que sean de su interés. Habla
también de rutas turístico-comerciales en cada destino y de los
efectos del turismo de compras a medio y largo plazo.
Con
las estadísticas sobre la mesa, tan poco favorables desde el punto
de vista de la rentabilidad, y tal como evoluciona el sector, las
pyme -que tienen razones para sentirse abandonadas- tienen que
espabilar. Y depende de ellas mismas. Con imaginación y riesgo como
cualidades básicas.
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