En las primeras luces del
nuevo año, mientras se apagan las voces y los ecos de quienes se resisten a
poner punto final a la fiesta, la vida recobra los propósitos en tanto se
comprueban las hojas del almanaque y evoca a quienes ya no están entre nosotros
y a quienes lo dieron todo y amaron sin límite sin ser correspondidos.
Qué injusta la vida,
¿verdad? Siempre abriendo brechas de desigualdad y dejando en el camino afanes
e intenciones. Dentro de nada, con el concierto de Viena en la tele, con las
llamadas y los mensajes de quienes ayer no tuvieron tiempo o quedaron en el
olvido, con las primeras anotaciones en la nueva agenda, con una infusión
aliviadora, todo volverá a ser como antes. Como siempre.
Y hay que seguir,
reflexiones incluidas. Porque aletargarse y resignarse parece de conformistas
demodé. Ya luce el sol y la nieve del pico se adivina sugerente. El mar espera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario