En una entrevista
concedida a la agencia EFE, el director de La
Ventana (Cadena SER), Carles Francino, califica de despropósito la
deslocalización de los horarios futbolísticos.
Lejos están aquellos tiempos en que a las tres en punto
de la tarde, hora insular canaria, comenzaban Domingo Deportivo Español, Tablero Deportivo, Carrusel Deportivo,
Tiempo de Juego…, los grandes espacios radiofónicos de las tardes de los
domingos o festivos, que se prolongaban hasta el anochecer o finalizaban cuando
se iniciaba el partido televisado de la jornada. Eran programas de una
sincronización asombrosa, hechos con medios técnicos rudimentarios pero en los
que rara vez fallaban las conexiones y en los que si había que enviar la señal
desde una azotea (“desde los aledaños
del estadio Santiago Bernabéu”, llegaron a decir el gran Matías Prats o
Martín Navas) pues se hacía, de modo que
la cobertura y su continuidad, a un ritmo trepidante, seguían su curso, estaban
garantizados. Todos los partidos, salvo excepciones (cuando había procesiones
en Sevilla, en Semana Santa, se disputaban al mediodía), al unísono, con
minutos finales emocionantísimos y los locutores de los estudios dando paso y
con las sintonías que avisaban de goles llenando de incertidumbre las ondas y
con los informadores pugnando por anticipar, desde cada campo, cualquier
novedad que se produjera.
Hay programas que se siguen emitiendo y hasta conservan
sus perfiles más característicos pero como que les falta algún elemento, algo
de la emoción que deriva de jugar a la vez y producir saltos de escenarios. Claro
que han cambiado las cosas. El fútbol se plegó a todos los negocios posibles y
entre sus servidumbres están las fechas y los horarios de conveniencia… para
las televisiones. La UEFA los uniformó para sus competiciones europeas pero las
expectativas abiertas en países asiáticos forzaron el comienzo de las grandes
citas y de casi todas las convocatorias. Se interpretó que el mal menor, o sea,
los menores perjuicios causados a los clubes cuyos equipos actuaban como
locales era jugar a horarios diferentes. Organizaciones de competiciones y
federaciones empezaron a hacer juegos malabares para evitar desequilibrios o
compensar.
Eso es lo que se llama la deslocalización horaria que ha
incidido, claro, en las programaciones de cadenas y emisoras de radio,
alterando programas o audiciones, cuando no, restringiendo y obligando a buscar
horas o fechas alternativas. Y eso es lo que Francino califica como un
despropósito que está causando un serio daño a todos, a la radio, a los oyentes
y a los mismos espectadores que acuden a los estadios.
Claro, cuando le plantean al periodista que los
carruseles parecen “el opio del pueblo”, o lo que es igual, son unos
depredadores que se comen cualquier programa informativo, musical, de
entretenimiento, e incluso tertulias, aquél responde de forma tan gráfica como
contundente:
“Los depredadores son quienes toman la decisión de darles
tanto alpiste. Yo soy un clarísimo partidario del deporte, de los carruseles,
de otorgarles prioridad en momentos especiales. Pero no siempre. Hasta la
langosta o el caviar te pueden acabar hartando si abusas de ellos. Es un tema
para reflexionar con calma. Hay que encontrar el equilibrio pero es que a la
locura nos han abocado también estos horarios televisivos tan nefastos”.
Deben saberlo muy bien los departamentos comerciales y
publicitarios de las emisoras. Y hasta en el de recursos humanos, si es que
todavía contabilizan horas trabajadas o
registran dedicaciones y colaboraciones especiales, precisamente por culpa de
esos horarios a conveniencia de las estructuras que procuran asegurar sus
ingresos.
Lo dicho: un despropósito. No será fácil pero es cuestión
de hallar una solución.
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