Año redondo para el Centro de Iniciativas
y Turismo (CIT) del Puerto de la Cruz: cincuenta aniversario, premio de Turismo
Islas Canarias en su categoría de Excelencia, premio Francisco Afonso a los
valores promocionales y de difusión del municipio y Medalla de Oro de la
ciudad, concedida por acuerdo unánime de la corporación local. Tres galardones
que reconocen una tarea continuada, con claroscuros y altibajos, pero empeñada
con el engrandecimiento del destino turístico.
La historia de la entidad, ciertamente, se
ha visto enriquecida con estas distinciones. Ya hemos dicho que bastante mérito
es haber llegado hasta aquí en una ciudad donde difícilmente se mantienen las
ideas y los afanes, mucho más en el ámbito institucional. El CIT surgió para
impulsar el turismo cuando éste eclosionaba. No se sabía muy bien entonces cómo
evolucionaría pero estaba claro que había un sector privado persuadido de que
era necesario cultivar, cuidar, proteger y promocionar el sostén productivo que
marcaría para siempre el porvenir de la ciudad. La indeclinable vocación
turística -y el CIT ha contribuido a ella- se hacía realidad.
En el acto de entrega de la Medalla de Oro
-se esperaba más gente, la verdad- exaltaron esos valores del Centro. El
presidente del Gobierno, Paulino Rivero, los resumió en la excelencia
acreditada durante cinco décadas. Antes, Hortensia Hernández, la presidenta del
CIT portuense, lanzó un mensaje optimista con el que vislumbrar un horizonte
más despejado: un destino que comienza a reinventarse -dijo- y da muestras de
recuperación. Saben todos que en esa tarea hay que perseverar. Y mucho. Hay que
optimizar los recursos, hay que estimular las potencialidades y hay que hacer
ver al ramo privado que su concurrencia es determinante para compensar las
insuficiencias del sector público. En el pasado, esa fue una carencia: los
empresarios debieron mojarse más. Si se está reinventando el destino, el
compromiso es de todos y hay que empujar en la misma dirección. Reinventar es
un verbo serio, de amplio alcance. Y las muestras de recuperación no pueden ni
deben quedarse ahí, en muestras. Por ello, hay que profundizar en el trabajo
del Consorcio, saber hasta dónde llega la voluntad política para proseguir las
actuaciones -si se reducen a la pavimentación de vías y arreglos puntuales, o
sea, apaños, estamos arreglados- y esperar un funcionamiento
interadministrativo más ágil y más eficiente, sobre todo, en las materias
gruesas en las que hay que trabajar después de haber planificado.
De no ser así, no habrá reinvento porque
no hay modelo. Y la recuperación se agotará en un mero y respetable intento.
Enésima felicitación para el CIT, pues.
Pero es inevitable que, entre los galardones, floten las incertidumbres.
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