Las incógnitas que
pesan sobre la legislatura hacen que una comisión permanente en el Congreso,
que tendría por cometido principal la investigación y proposición de soluciones
a situaciones de corrupción, quede en el aire. Aunque la voluntad de todos los grupos
parlamentarios es clara –de hecho, algunos ya han formalizado la iniciativa-,
habrá que aguardar a que la tramitación cristalice con un acuerdo unánime.
Es un paso, lo que
hay que agradecer. Todo lo que sea abonar el pensamiento de tolerancia cero con
la corrupción, debe ser bienvenido. Otras medidas y leyes, como la de la
transparencia, tienen que significar un verdadero antídoto, aunque todos
intuimos que es una cuestión de principios, de ética y de civismo que no se
resuelve exclusivamente con normativas.
Pero hay que
insistir, a sabiendas de que es un proceso largo, se diría que inacabable.
Acabar con las tentaciones y los vicios de los humanos, especialmente de
algunas sociedades, conlleva cambios en códigos de conducta y titánicas pugnas
de enseñanza en las que los enemigos son muy poderosos. Y no descansan.
Que después de todo
lo ocurrido –y de lo que está ocurriendo- y a la espera de resoluciones
judiciales sobre la extendida corrupción, se necesita volcar esfuerzos para
sensibilizar y para erradicar prácticas que desembocan en comisiones
delictivas.
Por eso, el paso que
se da con la creación de esa comisión permanente en las Cortes debe ser
valorado. Mucho más cuando en la legislatura pasada el abuso de la mayoría
absoluta del Partido Popular impidió, por primera vez desde el arranque de la
democracia, que no se aprobara ninguna comisión de investigación. Ni siquiera
de estudio sobre algún asunto concreto.
Ahora, la voluntad –a
la fuerza obligan; las circunstancias han cambiado- es otra. Se trata de ser
consecuentes y de que la población restituya credibilidad y confianza a su
representación política mediante iniciativas como ésta que, en todo caso, han
de probar su eficacia. Pero antes que el inmovilismo, la inhibición, el
ocultismo y mirar para otro lado, están las medidas que ojalá contribuyan a
acabar con esa lacra.
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