“El optimismo empieza con una
mueca explícita”, escribió el irlandés Oscar Wilde, empeñado como estaba en
vituperar el fariseísmo de sus contemporáneos. Así nació un festival de arte en
la calle, allá por el año 2000, desafiando imponderables de todo tipo, entre
ellos, la incredulidad de los propios portuenses. Pero se trataba de dar un primer
paso para reactivar la creatividad cultural y ofertar una convocatoria que, con
el paso del tiempo, fuese uno de esos dos acontecimientos anuales que
proyectasen un destino turístico diferenciado y sirviera de estimulante de la
actividad económica productiva.
Mueca arrancaba con vocación
de entretener y divertir, hasta de descubrir tendencias y corrientes artísticas.
Unos funambulistas belgas hicieron las delicias de quienes, curiosos, se dieron
cita en el parque San Francisco, aún útil entonces para espectáculos y
representaciones. Plazas y vías del Puerto de la Cruz se contagiaron del buen
ánimo y del ambiente que derivaban de música, disfraces, desenfado, circo,
comicidad, performances… Mueca, el
arte en la calle, accesible, atrayente, un conjunto de alardes, era, en sí
mismo, una prueba de optimismo que podía crecer y convertirse en algo grande.
Estuvo
a punto de desaparecer, acaso por un cierto afán de liquidación de lo que otros
han hecho bajo el pretexto de incongruentes políticas austericidas y de
contención de gastos. Pero ocurrió que el público ya se había identificado con
la idea, la había hecho suya, y reventarla acarreaba rechazo e impopularidad.
Paradójicamente, ahora presumen de la convocatoria, de su progresión y
contenidos, quienes poco o ningún entusiasmo derrocharon para darla
continuidad. Bienvenidos, en todo caso.
Hasta
cómplices, esto es, amigos y voluntarios que actúan como soportes de apoyo y
fomentan los valores intrínsecos de este singular festival artístico que,
además de la calle como escenario natural y abierto ya tiene otros en distintos
recintos, aparecen como un elemento más del festival que hoy se inicia en el
Puerto de la Cruz con expectativas desbordadas y con una programación de lujo
para todos los públicos, incluso el más exigente en estas materias. Las
inyecciones financieras del sector privado vienen muy bien para mantener la
salud del festival que no podía subsistir, era claro, exclusivamente, con
recursos públicos.
Era
necesario, además de fe, mantener voluntad política, respetar y exprimir la
capacidad de gestión. Sin eso, no hay optimismo que valga. Esta es una apuesta
diferenciada por la cultura, una incursión en el vasto campo de las
manifestaciones artísticas que, además, ha cobrado ya una dimensión
internacional verdaderamente estimable y está en las principales agendas
socioculturales del país. El Puerto hace Mueca.
Qué bien.
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