¿Una
exposición pictórica sobre invernaderos? ¿Plásticos que se
convierten en océanos? Suena raro, verdad, de modo que es inevitable
remitirse al mar de la serie televisiva como referencia. Pero nada
que ver, ¡eh! Transparente 2, de
Claudia Trab, (hasta el próximo 28 de febrero en La Ranilla Espacio
Cultural, del Puerto de la Cruz), es una sugerente colección de
cuadros confeccionados sobre técnica mixta que atrapa desde
cualquier ángulo de contemplación.
El
filólogo silense y profesor de la Universidad de La Laguna, Ernesto
Rodríguez Abad, se adentró en la presentación con el célebre
poema de Rafael Alberti, A la pintura, dedicado
a Picasso. “A ti, fingida realidad del sueño./ A ti, materia
plástica palpable.../, dicen los versos de “la línea impensada o
concebida”, que Rodríguez Abad trazó con calor espontáneo para
glosar la obra de Traub, a la que descubrió junto a los fértiles
prados o la rocosa costa de su municipio.
Allí,
en la franja norte insular, se inpira la autora, a saltos entre
Bremen (Alemania) y San Juan de la Rambla, combinando su desempeño
profesional (juez y fiscal) con el uso de lápices y pinceles, con el
dibujo y la pintura. Claudia Traub, para completar Transparente
2, se propuso fantasear con las
sombras de los invernaderos para entresacar el fruto de la
naturaleza, visible o semioculto, tras los rotos de sus plásticos.
Entonces,
trabajando sobre el monocromo como valor simbólico, alumbra paisajes
pletóricos de vida que no se resigna, que quiere expandirse, que
quiebra la artificialidad. Esa es la fantasía bañada por los
brillos solares que hacen adivinar las visiones oníricas de las que
habló Rodríguez Abad, los mares indómitos en los que navegar es
posible cuando se tiene la sensibilidad de Traub cuyas líneas se
despliegan hasta lograr que rectas y curvas se alternen y
entrecrucen para no perder la perspectiva de realismo. Ahí se
percibe la cercanía de su creación, como si se hubiera propuesto
poner las transparencias al alcance del espectador y éste quedara
plenamente imbuido.
La artista, en
definitiva, ofrece una pintura a ratos desgarrada por cuyos pliegues
se filtra la vitalidad que su presentador quiso destacar
congratulándose de ver la sala llena, con gente interesándose por
el arte, “en medio de un mundo con tantas controversias y tan
desquiciado como es el que nos ha tocado vivir”. Los invernaderos
igual tienen su espacio en el universo artístico y cobran forma de
láminas que asemejan oceánicas para cautivar y hacernos comprender
que dentro están el esfuerzo, la mano de obra y la producción que,
a veces, también llevan un sello pictórico.
1 comentario:
Gracias Salvador García Llanos, tus crónicas no sólo engrandecen nuestras exposiciones, sino que contribuyes al enriquecimiento cultural e intelectual de todos aquellos que te siguen. Gracias de nuevo, esta es tu casa!
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