El mejor mayo en una década. Así puede resumirse la
estadística de Movimientos Turísticos en Frontera (FRONTUR) referida a
Canarias. Acogió a más de seiscientos noventa mil turistas, un 8,5% más que el
mismo mes del pasado año. Lo que son las cosas: mayo -y en muchos casos,
junio-, mes maldito, mes terrible, período de sufrimiento para todo el mundo en
núcleos turísticos, convertido en época de bonanza. Mayo y buena parte de junio
eran aprovechados, efectivamente, para cerrar el hotel o el restaurante, hacer
obras o trabajos de reparación y mantenimiento. Todos se sabían la lección: en
Europa, exámenes de estudiantes, declaración de la renta, preparativos de
vacaciones estivales…, en definitiva, una cautela que repercutía en los
mercados emisores. Era la expresión de la estacionalidad en las islas y la
antesala de lo que luego sería, durante años, la gran irrupción del mercado
nacional. Aquel titular -¿recuerdan?- tantas veces repetido: “El turismo
peninsular ha salvado el verano”.
Desde 2001,
año en que fueron registrados setecientos seis mil ochenta y cuatro visitantes,
según la misma fuente, no se alcanzaba una cifra tan alta. Los datos de este
año -llamativos, en todos los sentidos- han hecho que los acumulados vuelvan a
ser positivos después de que hasta abril pasado fueran todo lo contrario. En
España, 19,8 millones de visitantes extranjeros, un 3,9% más con respecto a los
cinco primeros meses del pasado año. Canarias alcanzó, en este mismo cómputo
temporal de 2013, el 21,7% de los turistas extranjeros que visitaron España:
5,8 millones, concretamente, en mayo. El aumento de un 10,5% de turistas
procedente del Reino Unido pone de relieve nuevamente la importancia de este
mercado. Pero habrá que estar atentos también a la evolución del mercado ruso
que experimentó en nuestro país, durante el ciclo analizado, un incremento
considerable.
Se rompe
pues la tradicional tendencia de menos visitantes y menor ocupación, por lo que
cabe congratularse. El negocio turístico viene intentando estabilizarse pero
todos sabemos que no es fácil. Hasta algunos hechos que suceden en la escena
internacional son interpretados de inmediato como favorables por el presumible
desvío de flujos hacia lugares menos conflictivos o arriesgados. Habría que ser
más moderados en ese sentido y más exigentes en otros aspectos, de orden
interno, para esmerarse en los márgenes de competitividad y ganar la fidelidad
de los clientes. Abaratamiento de tasas aeroportuarias, mejora de la oferta
alojativa y del destino, especialización, atracción por eventos relevantes,
experimentación de nuevas tendencias y desarrollo tecnológico son factores en
los que se debe incidir. Mucho más que en el aprovechamiento comercial del
litoral, dudosamente beneficioso.
Y es que en la letra pequeña de estos
estudios demoscópicos, hay que leer también, por ejemplo, el aumento del
denominado ‘alojamiento no hotelero’ (10,4%), o la subida en un 7,9% de los
viajes sin paquete turístico. Al por qué de tales registros en esos conceptos
también hay que dedicar atención.
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