Ha saltado la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife
(ASHOTEL) en demanda de un impulso a los convenios firmados para materializar
varias actuaciones en el marco del Plan de Modernización y Mejora del Puerto de
la Cruz, aparentemente bloqueadas en sede de la Comisión de Ordenación
Territorial y Medio Ambiente de Canarias (COTMAC). La patronal hotelera pide a
la consejería de Obras Públicas, Transportes y Política Territorial que ponga
fin a un estancamiento que reedita sombras de incertidumbre en un destino
turístico que debía ser consciente de que el Consorcio de Rehabilitación
Turística, con recursos presupuestarios propios, era el último tren que pasaba
para su relanzamiento.
Pero el
Consorcio se quedó sin gerente después de importantes avances en materia de
planificación y, lo que es más, de sensibilización de unas conciencias
empresariales y profesionales que nunca sobresalieron por su emprendimiento y
por su capacidad de gestión más allá de la concentrada en sus propios
establecimientos. Aún al día de la fecha, la baja de Senante (han pasado ocho
meses) no ha sido cubierta, el Consorcio no produce noticias, las actuaciones
no han pasado de meros anuncios o de proyecciones sin sostén ni seguimiento y
el propio sector turístico aparece entre descorazonado y desentendido, sin fe y
resignado a convivir con estos parones que oscurecen el sombrío panorama de la
ciudad. La marca Puerto de la Cruz, esa que aún sigue cotizando al alza en el
concierto de la oferta turística, se resiente, como si nadie quisiera apiadarse
de ella. Algo tan elemental a estas alturas como mejorar la competitividad se
ha convertido en un objetivo difícilmente alcanzable.
De ahí que
la queja de ASHOTEL sea consecuente. Su vicepresidente, Enrique Talg, está
comprobando lo que en el pasado le costaba aceptar: lento funcionamiento de las
administraciones, dudosos efectos reactivos y propensión a la incredulidad
entre la propia gente del sector. Una lástima porque había recursos y algunos
avances se habían producido, incluso haber propiciado una interactividad
orientada a un mejor conocimiento y a una identificación con lo que se estaba
haciendo y con lo que se quería hacer, es decir, que se viera una acción
sostenida más allá de las coyunturas o de los desentendimientos políticos.
“El
Consorcio es vital para la dinamización y modernización del Puerto de la Cruz
como destino turístico”, ha dicho Talg, casi como un intento desesperado de
reimpulsar su ejecutividad. La petición de desbloquear treinta y cuatro
convenios, ya firmados, hay que contextualizarla ahí. Diez de esos acuerdos,
por cierto, inciden en actuaciones de carácter urbano; los otros veinticuatro
estriban en mejoras de equipamiento privado. Bien que se reivindique ante el
Gobierno autonómico y ojalá haya respuestas ágiles. Porque ojo, el tiempo se
agota, las consignaciones presupuestarias pueden volver a sufrir reajustes a la
baja en tanto las previsiones se desfasan, el escepticismo del sector turístico
local se acentuará y la oportunidad del tren del Consorcio se perderá como
otras muchas cosas en un destino turístico que todavía no ha entendido que no
se puede vivir eternamente de las rentas.
Los silbidos
de alarma ya han sonado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario