Se
debería prestar más atención a la Declaración aprobada por el
Consejo de Ministros relativa a la Emergencia Climática y Ambiental
en nuestro país. La cosa va en serio, de modo que se quiere pulsar
los efectos en el curso de los primeros cien días del nuevo Gobierno
en respuesta al consenso generalizado de la comunidad científica
que demanda una acción urgente para salvaguardar el medio
ambiente, la salud y la seguridad de la ciudadanía. Los agentes
sociales deben estar atentos y proactivos: esto nos afecta a todos,
luego hay que ser consecuentes no solo proveyéndonos de una
información adecuada sino participando en aquellas iniciativas que
contribuyan a crear conciencia y aplicar medidas que sean
beneficiosas para la sociedad del presente y del futuro.
Se
trata, pues, de combatir el cambio climático con políticas
transversales. De momento, el Gobierno elevará al Parlamento el
proyecto de Ley de Cambio Climático, la definición de la senda de
descarbonización a largo plazo para asegurar la neutralidad
climática dentro de treinta años y la creación de una Asamblea
Ciudadana del Cambio Climático que incluirá la participación de
los jóvenes.
La
Declaración gubernamental, por otro lado, recoge la necesidad de
adoptar la Estrategia de Economía Circular en la que mucho tienen
que decir, por cierto, los ayuntamientos pues se trata de sentar las
bases de un modelo de desarrollo más innovador, competitivo y
sostenible mediante un uso eficiente de los recursos naturales y la
reducción de la generación de residuos.
Ya
está elaborado un decálogo básico para impulsar y aplicar la
economía circular. Las corporaciones tienen un amplio campo en el
que trabajar teniendo en cuenta el contenido:
·
Ahorrar energía.
·
Optimizar y reducir el uso de agua.
·
Fomentar el ciclo de los materiales.
·
Reducir residuos y favorecer el reciclaje.
·
Uso racional del suelo.
·
Garantizar el acceso a la vivienda.
·
Favorecer la movilidad sostenible.
·
Fomentar la cohesión social.
·
Revitalizar la ciudad.
·
Fomentar la innovación digital.
Parece
una obviedad pero hay que decirlo: no hay tiempo que perder.
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