Falleció días
pasados Pedro De Felipe, quien fuera defensa central del Real Madrid -con el
que se proclamó campeón de Europa en 1966- y de la selección española. El club
le rindió tributo en el partido de vuelta de cuartos de final y hasta Cristiano
Ronaldo le mencionó a la hora de expresar la felicidad por haber superado la
eliminatoria que estaba cuesta arriba.
El director de As, Alfredo Relaño, glosaba su
trayectoria y recordaba la entrada que hizo el defensor al delantero del
Barcelona, Bustillo, que le ocasionó una lesión importante. De Felipe era
recio, duro, a veces brusco. Llegaba a intimidar a sus rivales. Fue traspasado,
ya en los setenta, al Español (sí, todavía con eñe) de Barcelona, donde jugó a
las órdenes de José Emilio Santamaría.
Precisamente, con
el equipo españolista, hay otro lance con Pedro De Felipe como protagonista, al
que ya nos hemos referido en este mismo sitio.
Se jugaba en El
Peñón, aún con cancha de tierra, una semifinal del segundo Trofeo Teide de
fútbol entre el equipo local y el Español. Sorprendentemente, los portuenses no
solo tutearon al cuadro catalán sino que dispusieron de más oportunidades para
merecer la victoria. La igualada se resolvió a favor de Puerto Cruz en el
lanzamiento de penaltis.
Rescatamos aquel
lance. Tito Del Pino, el genio de El Peñón que combinaba la técnica individual
con la picardía como muy pocos sabían hacerlo -para eso era un genio, ¿no?- se
fue hacia una esquina del campo con el balón pegado a sus pies, miró a
izquierda y derecha y reclamó la cercanía de Pedro De Felipe. Le llamaba con
gestos ostensibles, con uno de sus brazos para intentar regatearle ¡colando el balón entre sus
piernas! Lo que hoy se llamaría un túnel. Del Pino a De Felipe. Quienes
conocían las habilidades del primero no pudieron reprimir las sonrisas. Los
espectadores más cercanos a la esquina
contuvieron la respiración a la espera de la resolución de aquel lance y de que no hubiera una reacción
extrema por parte del defensor.
Ese momento ha
quedado ahí, en el imaginario o en la memoria colectiva, y merece ser recordado
nuevamente, ahora que De Felipe ya no está entre nosotros. La intentona del
genio, la respuesta profesional del defensor, las expectativas de los
asistentes… En El Peñón, aunque desaparezca, siempre quedará ese lance.
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