En
la cocina demoscópica del Gobierno y del Partido Popular (PP) deben
estar chirriando los goznes de la inquietud, por primera vez en mucho
tiempo. Hasta el momento, con corrupción y todo, las intenciones de
voto se mantenían favorables, incluso con cierta ventaja; pero la
última entrega del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),
correspondiente al mes de mayo, entrevera que la tendencia se frena y
que empieza a invertirse. Como si los ciudadanos se hubieran cansado
y empezaran a vislumbrar la necesidad de una alternativa.
Pese
a los esfuerzos de sectores económicos y mediáticos para mantener
la normalidad y evitar castigos electorales, los porcentajes seguro
que han hecho fruncir el ceño a los ejecutivos y dirigentes
populares. Un cambio de tendencia que puede obedecer a cierto hastío.
Y eso que aún faltan el debate de la moción de censura y la foto
del ciudadano presidente declarando como testigo en sede judicial en
uno de los tantos sumarios por presenta corrupción que afectan a su
partido.
Los
españoles han dicho que los primeros problemas del país son, por
este orden, el paro y la corrupción. El 54,3 % de los encuestados
indica la corrupción y el fraude, pero, cuidado, son doce puntos
porcentuales más que en abril, cuando contestaron en el mismo
sentido el 42 %. Este es uno de los rasgos que apunta al cambio de
tendencia. La encuesta del CIS fue elaborada entre el 1 y el 9 de
mayo, los días en que arreciaba el alcance de la Operación Lezo,
que mandó a prisión al ex
presidente de la Comunidad de Madrid y cuestionó algunos aspectos
del funcionamiento de la justicia como poder independiente. Una
semana después, precisamente, se produjo en las Cortes la
reprobación de la cúpula del Ministerio de Justicia.
El
récord de preocupación, si así se acepta, se registró con una
respuesta del 63,9 %, allá por noviembre de 2014, cuando estalló la
Operación Púnica, un
operativo policial contra una presunta trama de corrupción que
adjudicó contratos y servicios públicos por importe de doscientos
cincuenta millones de euros en dos años. La última vez que la
preocupación por la corrupción y el fraude superó el 50 % fue en
mayo de 2015.
El
paro sigue siendo el primero de los hechos que más desasosiego causa
a los ciudadanos, según responde un 71,4 %, atención: dos puntos
más que en abril. Luego aparecen los problemas económicos y la
política en general que inquietan al 21,1 y 18,1 %, respectivamente.
Eso explica que en esta nueva entrega del CIS, el 94 de los
encuestados perciba que la situación económica del país es muy
mala, mala o regular. Solo un 5,4 % opina que es buena. Otro dato
revelador, al menos del descontento y del pesimismo: sobre el futuro,
un 44,3 % de encuestados y un 18,5 % estiman que estará igual o peor
dentro de un año, respectivamente.
Los
registros del CIS vuelven a poner de manifiesto el descontento de los
ciudadanos con la política en general. Un 38,9 % la ve muy mal y un
34 %, mal. La consideración de regular alcanza el 21,1 %. Solo un
significativo 2,3 % señala que es buena.
En
fin, unos resultados que parecen ir más allá del conformismo y de
la resignación de los ciudadanos, hasta ahora caracterizados por
aceptar la convivencia con estos problemas y seguir prefiriendo a los
conservadores a la hora de acudir a las urnas. Analistas, estrategas
y sociólogos habrán tomado buena nota, seguro.
El
tiempo dirá.
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