Está registrado que los ingresos en el sector turístico
superan ya los de 2008. El dato pone de relieve la bonanza. Canarias sigue
beneficiándose de coyunturas internacionales y la racha se prolonga. Aunque se
hable de turistas prestados. Mejor para todos, hasta el punto de que se
escuchan algunas voces sensatas propensas a cambiar el discurso y no exprimirlo
con las cifras crecientes sino sustanciarlo con razones y pruebas de la
excelencia, de modo que en sí mismo sea un estimulante de esa condición.
Impulsadas por los vientos favorables, y con la triple
finalidad de equilibrar algunas diferencias arrastradas, de mejorar la
competitividad y de no perder comba en los mercados, algunas empresas turísticas
han subido precios. Estas políticas son respetables y la evolución de su
aplicación permitirá contrastar su efectividad. Recordemos que la dinámica de
inflación depende de los costes de las empresas y de su capacidad para fijar
tarifas o precios. Pero factores tales como la que sigue siendo alta tasa de
desempleo y determinados contenidos de la reforma laboral hacen que los
salarios anden estancados o incluso caigan. Y ya sabemos lo que ocurre cuando
se prolonga esta situación: los salarios bajos inciden en la motivación de los
trabajadores y a su vez afectan a la calidad de los servicios que se prestan,
en tanto que también condicionan la subida de los precios. Al mantenerse
latente, en gran volumen, la demanda de empleo, el margen de los trabajadores
para subir sueldos se sigue estrechando. Y como decimos, que la reforma laboral
libere a las empresas del cumplimiento de convenios sectoriales equivale a que,
automáticamente, las retribuciones se mantengan prácticamente congeladas.
El profesor José Carlos Díez, economista, destacaba esta
paradoja en un análisis reciente: si ha disminuido el precio del petróleo en
los mercados internacionales y el euro se ha apreciado, repercutiendo en una
reducción de los precios de las gasolinas durante el pasado mes de mayo -cuando
el IPC bajó a 1.9 %-, a ver cómo se explica que el salario/hora en el sector
turístico se estanque o baje. El dato es que cayó un 4 %. Según Díez, la
deflación salarial se concentra sorprendentemente en el ramo de hostelería
donde la demanda de empleo crece un 8 %, el triple que el crecimiento del empleo
en el sector turístico universal. Su conclusión es que no hay ninguna presión
de costes que justifique el aumento de precios por parte de las empresas del
sector turístico.
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