Los
críticos de Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida
(IU), le estarán reprochando aquel entreguismo en forma de alianza
electoral con Podemos que significó, en la práctica, no solo un
evidente retroceso sino una progresiva pérdida de peso político de
la formación. Entre aquéllos, recordemos, estaba Gaspar Llamazares,
quien advertía de los riesgos de quedar diluidos y sin señas de
identidad propias. Acontecimientos posteriores, entre los que hay que
consignar la recomendación podemista -¿o algo más?- de poner punto
final al apoyo que presta IU al PSOE en muchos municipios de
Andalucía para sostener alcaldes y gobiernos, ponen de relieve que
aquella decisión empieza a tener un alto coste político.
El
propio Garzón, en un informe elevado a la Asamblea Político Social
de su partido, reconoce que algunas cosas no van bien. El informe no
cuestiona el pacto con Podemos pero sí que pide más visibilidad
para la formación y que la alianza no se apropie de su trabajo. En
lo que tiene de sincera autocrítica, y de invitación a hacer las
cosas de distinta manera, esas consideraciones le honran. De hecho,
él mismo habla de 'hontestidad intelectual' a la hora de expresar
estas ideas.
Garzón
es consciente de que la fragmentación de la izquierda abona
desfiguraciones de su personalidad sociopolítica. Más aún, sabe
que en ese contexto en nada ayudan los populismos derivados,
orientados más bien a una actitud frentista que difícilmente se
sostiene cuando se detectan síntomas de recuperación económica y
de estabilidad que convierten a la sociedad en más conservadora aún.
Ha
dicho el primer dirigente de IU que hay que fortalecer la alianza con
Podemos (“un buen invento”, calificó) pues “algo no está
saliendo bien y el bipartidismo esta recuperando cierto pulso”. Eso
le lleva a afirmar en su informe que el apoyo popular a Unidos
Podemos se ha estancado, por lo que sugiere que se afronte un proceso
de revisión, no importa su crudeza.
A
ver qué dicen Llamazares y los reticentes, que podrán tener razón
a la hora de esgrimir el “ya lo decíamos nosotros” pero
necesitan impulsar una alternativa a sabiendas del alto precio que
han de abonar para intentar, sobre todo, recuperar perfiles políticos
propios. Quizás sea algo tarde pero en esos procesos se contrasta la
iniciativa, la capacidad y la madurez de las organizaciones. Cuando,
en otro alarde de franqueza discursiva, Garzón aboga por recobrar
la personalidad “porque creemos que hay sectores de la sociedad que
se pueden ver más identificados con nosotros que en nuestros
aliados”, solo está reconociendo que, al ritmo que llevan, el
porvenir de IU se traza con nubarrones sombríos.
Ahora
querrán potenciar el trabajo más allá de las instituciones como
fórmula que supere la dedicación en las áreas de responsabilidad
institucional. Eso sí que también está crudo pues los liderazgos
no se construyen ni fortalecen extramuros. El propio Garzón debe
saberlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario