Los últimos datos sobre el desempleo no son buenos, como si
quisieran confirmar que la crisis habrá amainado pero sigue latente. Como para
comprobar que el problema estructural sigue siendo eso, estructural. En España,
en septiembre, veintidós mil ochocientos parados más, un 0,6% más con respecto
al mes anterior. En total, tres millones setecientos veinte mil doscientas
noventa y siete personas sin empleo. En Canarias, el paro también aumentó
durante ese período: setecientas dieciséis personas más, un incremento del
0,31%, hasta registrar doscientas treinta mil novecientas una personas
desempleadas. Habrá récords turísticos a porrillo pero que no se corresponden
con más trabajo y más bienestar, seguro.
Si es malo no generar puestos de trabajo o no encontrar uno,
peor es conocer las condiciones de determinadas contrataciones. Los dirigentes
de la Unión general de Trabajadores (UGT) han denunciado algunas prácticas
sucedidas en meses veraniegos sueldos en negro, pérdida de cotización o hasta
treinta contratos encadenados. Tal es así, que ya se bromea con el denominado
‘modelo 20-40-60’, como si de medidas se tratara, pero que en el fondo es una
distorsión cada vez más institucionalizada. Un trabajador de hostelería de la
provincia de Tarragona ha revelado su caso: “Me contratan por veinte horas, me
están pagando por cuarenta y al final de la semana trabajo unas sesenta. Sigo
en esto porque no hay otra cosa, a la espera de que salga algo más”.
Su testimonio, en efecto, podría ser el mismo de otros muchos
trabajadores en cualquier comunidad de España, principalmente en aquellas
costeras o donde prima el sector turístico. El modelo en cuestión ya debería
ser inspeccionado, a la vista de su lesividad. Ni se cotiza correctamente ni
las retribuciones siguen el camino adecuado: se trata de contratos temporales,
veinte horas, pero las otras veinte son remuneradas en ‘b’. Está claro que se
trata de obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible.
Son los ejemplos de la precarización laboral. Pero la
resignación es preocupante: no hay otra cosa. Así que cuando presuman de
récords, ocupación, nuevos empleos y demás, piensen que hay un lado oscuro y
que es éste: unas condiciones de trabajo deprimentes, puede que en algunos
casos cercanas a la esclavitud.
Y decían que la reforma laboral era la panacea.
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