Con
octubre llega la cuarta edición de Periplo,
el
festival internacional de la literatura de viajes y aventuras que el
Puerto de la Cruz acoge como una de la convocatorias anuales válidas
para proyectar su oferta turística y sociocultural con un cierto
aire de distinción y originalidad. Las anteriores han servido para
abrir nuevos caminos y demostrar que era posible cruzarlos con
voluntad y con ideas. Arrancar y echar a andar era lo más difícil
y está logrado. Ahora se trata de avanzar con pasos firmes, bien
pensados, renovándolos y hacer sostenible una iniciativa con la que
identificarse y que los portuenses deben hacer suya como una de las
opciones que han cultivado con decoro y con esmero.
El
viaje y su razón de ser, su significado, y hasta su simbología. La
aventura, las emociones, las particularidades, los descubrimientos,
las experiencias, personales, familiares o de grupo… De todo eso se
hablará en esta edición que quiere dimensionar la odisea con una
programación llena de sugerencias y atractivos que entrañan todos
los alicientes para hacer del viaje, como define el escritor Antonio
Lozano, “un acto grandioso, memorable, maravillosamente
sobrehumano”.
Hasta
navegar por el sitio web ya disponible (www.festivalperiplo.com)
resulta una oportunidad para acercarnos a la multiplicidad de las
visiones del viaje. Del 10 al 16 de octubre, habrá testimonios,
charlas escolares, exposiciones, espectáculos al aire libre,
talleres y actividades que seguro terminarán impulsando las ganas de
viajar, mucho más cuando una de esas aristas, según palabras del
propio Lozano, es “el enfrentamiento al planeta, la proeza
gigantesca, el desafío rayano en la temeridad”. Lo conoceremos de
viva voz, las de Rosa María Calaf, Javier Reverte, Miguel Lozano y
Sebastián Álvaro: sus retos, sus interpretaciones, sus sellos, su
incesante afán de búsqueda, sus vivencias, su insaciabilidad de
conocimiento y sus vivencias, desde las grandes urbes a los paisajes
inhóspitos, desde los abismos oceánicos a los techos de la tierra.
Todo
da a entender que hay elementos suficientes para contrastar la
aspiración que germinó esta convocatoria: que la ciudad sea el
núcleo desde donde irradien las experiencias de dos factores básicos
en su historia y en sus gentes, los viajeros y la cultura,
componentes, en efecto, del cosmopolitismo, del aperturismo, de los
avances sociales, del mestizaje y de la multiculturalidad que termina
imponiéndose.
Periplo,
con
estos enfoques programáticos y con una progresiva madurez en su
organización -para todos los públicos, para todas las edades-, debe
rezumar la esencia misma de una pequeña urbe a la que han llegado
tantos y tantos viajeros que hasta resulta un tributo que se les
rinde, pero no para poner punto final, precisamente; sino para seguir
estimulando, con la cultura y el arte, con la creatividad, con los
frutos de las experiencias, el interés del ser humano en desplazarse
a otras latitudes para conocer y disfrutar,
Sencillamente,
para vivir.
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