-Abuela, ¿qué era abuelo?
La
nieta de Eduardo Galeano sorprendió a la esposa
de éste, Helena Villagra, cuando impactada por la inmensa expresión de
afecto popular despertada tras el fallecimiento del autor uruguayo, no acertaba
a entender por qué lloraba toda aquella gente y por qué eran incesantes los
besos, los abrazos, los lamentos y los susurros.
-Era…
era… un amiguero-, improvisó y definió como pudo Helena mientras su nieta la
miraba tiernamente (Amiguero: Dicho de
una persona: que entabla amistades fácilmente, se consigna en el
diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE).
El
profesor José Javier Hernández García tomó prestado ese término para titular su
conferencia, “Eduardo Galeano, de profesión amiguero”, dictada en el Instituto
de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), para inaugurar un nuevo curso,
precisamente el día que se cumplía el setenta y cinco aniversario de su
nacimiento. Reveló el hecho, en medio de una inevitable emotividad, para dar
significado al vocablo, muy común en varios países americanos.
Hernández
rindió culto a la amistad con que Galeano y Helena le obsequiaron a través de una
espontánea invitación a una cerveza en Madrid. Buen conocedor de su obra, fue
relatando de forma amena episodios y vivencias que revelaban rasgos de su
personalidad y de su escritura. Se apoyó el conferenciante en unas cuantas
gráficas y reproducciones de textos que ilustraban la síntesis del pensamiento
ideológico y literario de Galeano.
Una
de ellas recogía la pintada aparecida en la pared de una finca en una localidad
de La Palma: “Eduardo Galeano. Vivirás en la memoria de los nadies”. El
grafitero desconocido inmortalizó la sensibilidad y la generosidad del
escritor, tan comprometido con la causa general de los más desfavorecidos, por
no emplear todos los adjetivos y derivados. “El poeta de los de abajo”, dijo
José Javier Hernández quien aludió, por supuesto, a su pasión por el fútbol, el
medio ambiente y la religiosidad en una etapa de su vida (No contó -y permitan la licencia- que le
encantaban los malvasías isleños. En cierta ocasión, le regaló un vino
fuencalentero que, sabedor de la cita del autor inglés, denominó -para regocijo
de los presentes- ‘shakesperiano’).
Galeano,
en cierto modo, es una asignatura pendiente del IEHC. Había sido invitado (lo
gestionó en su día el propio conferenciante) pero la enfermedad pudo más y no
logró atenderla. Eso sí: en una de las fotos exhibidas, aparece con la el libro
editado por el Instituto en ocasión de su cincuenta aniversario.
Y
tampoco fue a El Hierro cuyo proceso sísmico de hace unos años siguió con auténtico
interés. Hernández leyó unas líneas que el uruguayo escribió entonces,
impregnadas de ánimo para los habitantes de aquella tierra que desconocía pero
que amaba desde la distancia, entre otras cosas, por José Javier, quien aludió
al “espíritu de La Restinga”, en el que se integraron otros amigos y seguidores,
algunos allí presentes.
Unas
líneas “antes de que la ventolera de la duda se las lleve”, en palabras del
propio Galeano, con las que Hernández completó su conferencia. Menos mal que el
amiguero seguirá un rumbo indeleble y la pintada de La Palma eternizará sus
valores.
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