La Seguridad Social tiene un
déficit de 4.423,58 millones de euros, el 0,4% del Producto Interior Bruto
(PIB). La causa: un notable descenso de los ingresos por cotizaciones sociales.
Eso constata que la precariedad en el empleo es predominante, o lo que es
igual, por muchos contratos que se firmen, de esos semanales o de diez días, el
sistema de protección social actual no se sostiene. Y no digamos ya las
pensiones del futuro.
Algo se está haciendo mal. No
cuadra que se hable de estar generando empleo -bien es verdad que los datos de
agosto, coincidiendo casi con el fin de la estación- cuando no se recuperan las
arcas de la Seguridad Social.
Ejemplo: en el primer semestre
de 2015 el número de cotizantes aumentó en 681.083. Sin embargo, los ingresos
por cotizaciones a la Seguridad Social se elevaron a 639 millones de euros.
Y otro: en lo que va de año se
han firmado diez millones de contratos temporales frente a poco más de
novecientos mil indefinidos. Los desequilibrios saltan a la vista. No son de
extrañar.
Ello repercute en la denominada
‘hucha de las pensiones’, que viene siendo noticia cíclica a medida que se
conocen datos sobre la reducción de los fondos. El Gobierno ha empleado 37.101
millones de euros de los 66.815 que había cuando accedió al poder.
De proseguir la tendencia, el
futuro es notablemente incierto. Hay quien ya vislumbra unas pensiones cada vez
más bajas, de modo que aumentarán las alternativas privadas. Si eso se
confirma, estaremos ante otra manifestación de desigualdad porque tales recursos
privados solo estarán al alcance de unos pocos.
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