José Segura Clavell ha
dicho adiós a la actividad parlamentaria rindiendo cuentas. Viniendo de él, no
podía esperarse otra cosa. “¡Método!”, solía exclamar en las reuniones que
dirigía cuando le acompañamos durante una larga temporada en la Delegación del
Gobierno en Canarias. Con esa palabra, daba a entender que le gustaban las
cosas, los documentos, los informes y los debates bien ordenados y fluidos. Y con
esa máxima, que en realidad es una forma activa de corresponder a la confianza
de quienes le respaldaron, ha querido poner punto final a su larga trayectoria
en las Cortes, a las que accedió, por cierto, después de siete procesos
electorales, dos al Senado y cinco al Congreso. Completó once, ya que estamos:
tres al Cabildo Insular y uno al Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.
Porque Segura ha sido todo eso: diputado, senador, presidente de Cabildo,
consejero, alcalde y concejal. Incluyendo aquella designación como Delegado del
Gobierno en Canarias en 2004, desde la que afrontó, con estimable capacidad y
destreza, el drama de la masiva llegada de ciudadanos africanos y asiáticos a
las islas. En una de sus visitas, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero le
presentó como “el delegado de Canarias en el Gobierno”.
En una decisión que no abunda en el seno de la organización,
por medio de una comunicación personal dirigida a los integrantes de los
órganos de la misma, Segura se marcha cumpliendo con su norma y con su estilo
metódico: exponiendo el fruto de su trabajo en toda una legislatura. La célebre
memoria de gestión del diputado Segura. Ya había dejado entrever entre sus más
cercanos y entre sus familiares la voluntad de no continuar. Conociéndole, le
habrá costado tomar la decisión definitiva porque seguro que, física e
intelectualmente, se seguirá sintiendo útil y con ganas de hacer cosas, que
para eso dispone de tesón, rigor, experiencia y conocimientos. Aunque parezca
una formalidad, podrá todo eso a disposición del partido para lo que sea
menester.
Segura se despide sin otras alharacas que las del trabajo
acreditado que es una privilegiada herencia para quienes van a ser sus
sucesores, los nuevos valores a los que alude afectuosamente en su declaración
final y a los que anima para los cometidos que les aguardan. Su amplia y
prolija hoja de servicios es, en cierta medida, la historia misma de una
organización a la que sirvió con eficacia y brillantez. Como su compromiso con
la sociedad canaria y con la tinerfeña en particular: el ejecutivo que defendió
sin reservas sus aspiraciones, el legislador que se volcó en leyes y enmiendas
para plasmarlas, el hombre público enamorado de su tierra, el gestor
predispuesto para un trámite o una negociación sin que importara el color
político de los interesados. Esposo y padre ejemplar, por si algo quedaba.
Rindiendo cuentas: así se marcha. Como los grandes. Hay
razones, desde luego, para agradecer su entrega.
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