La España de charanga y
pandereta es la que cantó Machado y la que vivimos en el siglo XXI cuando se
producen episodios que parecerán anecdóticos pero revelan en el fondo la osadía
y la ignorancia, el desbarajuste, el descontrol y el absurdo que se registran
en la vida pública.
Todos esos términos, en efecto, son de aplicación para
entender que la concejala del municipio de Castilleja de la Cuesta (Sevilla),
perteneciente a Ciudadanos (C’s), Carmen López, quien por razones familiares se
ha marchado a vivir a Chicago (USA), haya mostrado su deseo de continuar
perteneciendo a la corporación local… siempre y cuando, claro, ésta abone el
importe de los billetes de avión cuando tuviera que trasladarse para asistir a
los plenos. La dirección de su formación política reaccionó abriendo un
expediente disciplinario “por comportamiento contrario a los principios y
valores del partido”. Y dice más: “López debe dejar paso al siguiente en la
lista municipal porque el trabajo de un concejal es estar a pie de calle e
interesarse por los problemas de los vecinos, cosa que difícilmente podrá hacer
si ha decidido irse a vivir a Chicago”.
Parece de sentido común y no hay que estrujarse los sesos
para buscar argumentaciones que expliquen el alcance de tan insólita
prestación. No es desparpajo, es un atrevimiento insólito el de la señora López
que hace dudar, a tenor de las manifestaciones hechas, del desconocimiento que,
en un principio, cabía intuir. Con una palabra se despacha el asunto:
desfachatez.
También la tiene, aunque es de sobra conocida, la presidenta
del Partido Popular (PP) de Madrid y concejala de su ayuntamiento, Esperanza
Aguirre. ¿Qué hubiera dicho, con qué ocurrencia de las suyas hubiera obsequiado
al personal si un político socialista, pongamos por caso, hubiera aparecido,
con mención elogiosa junto a ministros del mismo signo, en un libro de sexto
curso de Educación Primaria de Ciencias Sociales (Ediciones MacMillan) que se
utiliza en colegios del programa de bilingüismo, como aparece ella? “Obtuvo un
récord de votos”, “Trajo la modernidad a la región”, se lee en las páginas del
manual cuyos contenidos alusivos a la guerra incivil son discutibles.
La señora Aguirre fue de las que se lució cuando su partido se
esmeró en suprimir “Educación para la ciudadanía”. Ahora, a pesar de que la
Federación de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA) Giner de los
Ríos ha pedido a la inspección educativa que retire el libro, Esperanza Aguirre
dice que “en el libro no se dice más que la verdad”. Como es norma de la casa,
un alarde ecuanimidad y objetividad. Si nadie revisó los contenidos del
capítulo correspondiente antes de ser editado, parece claro que ha primado un
cierto descontrol al que siguen el sesgo y la parcialidad tendenciosa para un
descarado aprovechamiento político, no exento de un espíritu de adoctrinamiento
que ya quisieran, ya, en los mejores centros de ciertos regímenes.
Al final, lo de siempre. Una cuestión de cordura, de sentido
común.
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