¿Qué
habrá sido de aquel Observatorio de la Calidad Turística Española
(OCTE) que iba a ser presentado, según se anunció, pocos meses
después del segundo Congreso Internacional de la Calidad Turística
celebrado en La Coruña en octubre del pasado año? El presidente del
Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), Miguel
Mirones, dijo entonces que la cosa estaba en marcha. Pero entre
elecciones, ceses e interinidades, el asunto quedó para mejor
proveer. Hasta la fecha.
La
iniciativa parecía interesante pues hay que ser celosos con la
gestión de la calidad, tal como evoluciona el sector. Pero habrá
que aguardar. Hasta es probable que, en tiempos de bonanza, nadie
reivindique tal Observatorio. Porque lo cierto es que, crecimiento
cuantitativo y récords aparte, y aunque se hable menos de
cualificación e innovación, su funcionamiento, teóricamente,
permitiría contrastar si se avanza en la dirección correcta, por
ejemplo, para mejorar la competitividad.
Según
dijo entonces Mirones, el anunciado OCTE “no es ni más ni menos
que la aplicación de la inteligencia turística en la gestión de la
calidad mediante el análisis de los datos agregados de percepción
de la calidad de todos los agentes (productos, recursos y destinos)
implicados en el sistema de calidad”. Con
esas premisas, hay que reiterar una idea que parece primordial en el
porvenir del negocio: se trata de dar un salto desde la captación de
turismo de alto poder adquisitivo a la cualificación de los
productos y las prestaciones que los clientes van a recibir. Las
exigencias de los turistas -independientemente de las ofertas- se han
de traducir en niveles de satisfacción, allí donde quiera que hayan
escogido. La calidad es algo más que un concepto teórico: hay que
esmerarse para alcanzarla, para lograr la fidelización del
visitante.
Algunos
hoteleros canarios se mostraron escépticos cuando se empezó a
incentivar la calidad, con un símbolo distintivo, la ‘Q’, en
mayúscula. Pero el paso del tiempo ha demostrado que, bien entendida
y con un compromiso de aplicación, era un programa con muchas
opciones y con un amplio campo de sensibilización. Ahora, el propio
Luis Mirones ha dicho que iniciativas como la ‘Q’ entrañan un
éxito evidente y que las prefiere antes que las aventuras de
incierta desembocadura.
“El
sistema de calidad turística español ha demostrado ser un éxito
nacional e internacional. No debe ser puesto en cuestión por quien
se considere un gestor público responsable” ha afirmado el
presidente del ICTE. Y es que los responsables del Instituto están
"sorprendidos" y también "preocupados" porque
las "propuestas turísticas que han tenido éxito innegable
en diferentes sitios, están siendo cuestionadas sin tener clara
una alternativa".
Remata
Mirones con un hecho en el que venimos insistiendo desde hace años,
desde que teníamos responsabilidades públicas: el modelo de
colaboración público-privado es indispensable para alcanzar el
éxito, para avanzar y perfeccionar la cooperación entre ambos
sectores así como el margen de crecimiento y rentabilidad. “El
éxito es innegable y la ‘Q’ es una referencia internacional”,
dijo el presidente del ICTE en el referido congreso de La Coruña.
A
ver si le hacen caso promotores y empresarios del sector. Ya es hora
de que la inteligencia turística aporte un nuevo estilo y otros
frutos. Pero, por ahora, no hay Observatorio.
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