En plena canícula, hay
noticias deportivas que llaman la atención.
Eso de estar a diez días
del comienzo del campeonato de Liga y no saber cuál será el rival de la primera
jornada debe tener al Tenerife en un trance. Al Tenerife y al mundo del fútbol
en general, especialmente en Segunda división. La situación creada en torno al
Alcorcón, teóricamente el primer rival, ha generado tal incertidumbre que la
falta de resolución a estas alturas, por parte de la Federación Española o de
la Liga Profesional, tiene que estar motivando la natural inquietud. No se
puede a estas alturas estar sin saber si el equipo madrileño -a punto de
ascender el pasado año- interviene o no en la competición. Y en caso negativo,
cuál será el sustituto.
Las dificultades de
subsistencia en el fútbol profesional son evidentes. Las deudas acumuladas de
los clubes con la Seguridad Social tienen a mal traer a dirigentes, socios y
profesionales. El fútbol español, desde ese punto de vista, parece metido en un
callejón de difícil salida. Las estructuras vuelven a verse debilitadas. Hace
unos años era aprobada una Ley, supuestamente para evitar estas situaciones, y
no parece que haya sido o esté siendo la solución.
Que nadie se extrañe de la
deserción de los aficionados, entre transmisiones televisadas a granel, precios
desorbitados e informaciones sobre posibles amaños de resultados. El fútbol
puede con todo, es verdad, pero si lo envuelve el manto de la duda, y lo que es
peor, el de la falta de seriedad, terminará siendo pasto de la indiferencia.
Es difícil aceptar que a
diez días del inicio de un largo campeonato se desconozca si un equipo
interviene o no. Y si hay posibilidades de sustitución, que esa es otra. Entre
plazos, recursos y estratagemas, la incertidumbre se ha estirado como un chicle
de los de antes.
A ver qué pasa.
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