Se consumó. La voluntad del Gobierno de la Comunidad de
Madrid (PP) ha cristalizado. De poco, mejor, de nada, sirvió el clamor que,
durante semanas, pudo seguirse en toda España: una protesta muy extendida,
expresión de no aceptar la sanidad pública en manos privadas. O lo que es
igual, como aquí hemos escrito, la atención sanitaria convertida en un negocio:
según tengas o pagues, así serás tratado. Eso no iba en el programa electoral
de los conservadores, pero a estas alturas, quién se va a ocupar de esos
incumplimientos.
El Estado del bienestar ya es historia y decisiones como la
privatización de tres hospitales públicos en Madrid sólo confirman el acoso y
derribo de las conquistas sociales. Lo peor es tener que tragar con el
argumento del ahorro: es tremendo. Es mercantilizarlo todo y encima
justificarse con criterios economicistas. Ojo, aplicados a la salud. Tremendo.
Ya podrían haberse esmerado los populares en otras medidas
ahorrativas. Restituir el impuesto del patrimonio, que grava la riqueza. ¡Ah,
no! Ese no se toca. Claro: con razón ya se ve que los ricos aumentan y son cada
vez más ricos, en tanto que los menos pudientes no sólo son también más
numerosos sino que empobrecen a marchas forzadas.
Tremendo.
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